EL EVANGELIO DEL DOMINGO

 

 

por Gervasio Portilla García

02.09.2018


 

XXII Domingo del Tiempo Ordinario (B)

 

LECTURA DEL SANTO EVANGELIO SEGÚN SAN MARCOS (7, 1-8. 14-15. 21-23)

 

En aquel tiempo se reunieron junto a Jesús los fariseos y algunos escribas venidos de Jerusalén; y vieron que algunos discípulos comían con manos impuras, es decir, sin lavarse las manos. (Pues los fariseos, como los demás judíos, no comen sin lavarse antes las manos, restregando bien, aferrándose a la tradición de sus mayores, y al volver de la plaza no comen si lavarse antes, y se aferran a otras muchas tradiciones, de lavar vasos, jarras y ollas). Y los fariseos y los escribas le preguntaron:

̶  «¿Por qué no caminan tus discípulos según las tradiciones de los mayores y comen el pan con las manos impuras?».

Él les contestó:

̶  «Bien profetizó Isaías de vosotros, hipócritas, como está escrito: "Este pueblo me honra con los labios, pero su corazón está lejos de mí. El culto que me dan está vacío, porque la doctrina que enseñan son preceptos humanos". Dejáis a un lado el mandamiento de Dios para aferraros a la tradición de los hombres».

Llamó Jesús de nuevo a la gente y les dijo:

̶  «Escuchad y entended todos: nada que entre de fuera puede hacer al hombre impuro; lo que sale de dentro es lo que hace impuro al hombre.
Porque de dentro, del corazón del hombre, salen los pensamientos perversos, las fornicaciones, robos, homicidios, adulterios, codicias, malicias, fraudes, desenfreno, envidia, difamación, orgullo, frivolidad. Todas esas maldades salen de dentro y hacen al hombre impuro».

 

Palabra del Señor


 

COMENTARIO:

 

En el Evangelio de este Vigésimo Segundo Domingo del Tiempo Ordinario, con palabras claras, Jesús nos dice dónde reside el fundamento de la verdadera moralidad.

No está en el cumplimiento escrupuloso de ritos y normas, sino en la verdadera sinceridad y transparencia de nuestros sentimientos.

El rito por rito, la norma por norma, sin proyección alguna en la vida, en las relaciones con los demás, en el ejemplo personal, no tiene sentido y se queda en algo superficial que en casi nada afecta de verdad a nuestras vidas. Como consecuencia de aplicar normas sin fondo, el judaísmo cayó en un ritualismo y formalismo inerte y que se queda al final en casi nada.

Busquemos la autenticidad, el corazón que perdona y ama y busca siempre el bien.

Hasta el próximo Domingo si Dios quiere. Paz y bien.