Rafael Nieto. 3 de Noviembre.
Comunión y Liberación es un
movimiento eclesial cuya finalidad es la educación cristiana
madura de sus propios seguidores y la colaboración con la misión
de la Iglesia en todos los ámbitos de la sociedad contemporánea.
Su nombre sintetiza el convencimiento de que el acontecimiento
cristiano, vivido en la comunión, es el fundamento de la
auténtica liberación del hombre. En la actualidad Comunión y
Liberación está presente en cerca de setenta países en todos los
continentes.
Nos atiende amablemente José Miguel Oriol, responsable del Movimiento en España, y una de las primeras personas que conoció a Don Giussani y dio a conocer esta experiencia en nuestro país.
Señor Oriol,
nos gustaría que explicase a nuestros lectores, de la manera más
sencilla que pueda, qué es Comunión y Liberación. Cuáles son sus
objetivos, y cuánta gente está implicada a nivel mundial.
Comunión y Liberación es un movimiento eclesial que tiene como
finalidad la educación cristiana de sus propios seguidores y la
colaboración con la misión de la Iglesia en todos los ámbitos de
la vida: familia, trabajo, universidad, cultura… Comenzó a dar
sus primeros pasos a mediados de los años 50, cuando el
sacerdote
Luigi
Giussani empezó a dar clases en un
instituto público de ensañanza media, el “Berchet” de Milán. Un
grupo de jóvenes le siguió y nació entonces una iniciativa de
presencia cristiana llamada “Gioventù Studentesca” (GS). Este
primer germen experimentará una importante transformación al
llegar a la Universidad. El nombre de Comunión y Liberación (CL)
aparece por primera vez en 1969. Son dos palabras que resumen la
convicción de que el acontecimiento cristiano, vivido
en comunión, es lo que permite tener experiencia de la auténtica
liberación del hombre. Como afirmó Juan Pablo II y reafirma el
actual papa Benedicto XVI, los movimientos en la Iglesia son
carismas con los que el Espíritu Santo la revitaliza. Don
Giussani decía que un carisma es “un don del Espíritu que se le
da a una persona en un determinado contexto histórico, con el
fin de que ese individuo inicie una experiencia de fe que pueda
resultar útil para la vida de la Iglesia”. El fundador de CL
subrayaba el carácter existencial de los carismas, al hacer “más
convincente, más persuasivo, más abordable el mensaje
cristiano de la tradición apostólica”. “Un carisma –decía
Giussani- es un terminal último de la Encarnación, es decir, una
modalidad particular a través de la cual el Hecho de Jesucristo
hombre-Dios me alcanza y, a través de mi persona, puede alcanzar
a otros”. Comunión y Liberación es un carisma donado por el
Espíritu Santo en la persona de Giussani. En la actualidad
Comunión y Liberación está presente en cerca de setenta países
en todos los continentes. Los números son difíciles de concretar
porque no se prevé ninguna forma de inscripción, sino
únicamente la libre participación de las personas, lo que
subraya su carácter de movimiento. Pero con esta precaución, se
puede hablar de unas doscientas mil personas.
Háblenos un
poco de la personalidad y de la vida de Luigi Giussani.
El español
Julián Carrón, actual presidente de la Fraternidad de Comunión y
Liberación, recordaba hace unos días en una conferencia que dio
en el Instituto Berchet cómo don Giussani explicaba su
trabajo: "Desde la primera hora de clase traté de mostrar a los
chicos lo que me movía: no la voluntad de convencerles de que
tenía razón, sino el deseo de mostrarles el carácter razonable
de la adhesión a la fe o, lo que es lo mismo, la correspondencia
que ellos mismos descubrían entre lo que yo les decía y las
exigencias propias de su corazón -tan esenciales para la
definición de lo ‘razonable’- es lo que debía motivar la
adhesión de su libertad al anuncio cristiano. Este dinamismo de
reconocimiento es lo que convierte al que se adhiere a nuestro
movimiento en un protagonista creativo, y no en un mero
repetidor de fórmulas y discursos”. En esa forma de educar que
no quiere generar meros repetidores de doctrina sino personas
capaces de disfrutar de toda la riqueza humana de la fe se
desvela gran parte de la figura de Giussani. El fundador de CL
había recibido una educación familiar en la que se le invitaba a
preguntarse por la razón de las cosas. En su funeral, el
entonces cardenal Ratzinger recordó que habría crecido en un
hogar pobre de pan y rico de música. Buscando la belleza,
descubrió el valor racional de la fe. En CL hay siempre una
educación para percibir la belleza como reflejo de la verdad.
Sus años de seminario los dedica al estudio y sabe descubrir en
autores aparentemente ateos, como Leopardi, la vibración del
sentido religioso. Cuando conocí a don Giussani por primera vez
y cuando él conoció mi historia, una historia de compromiso con
el movimiento obrero, con muchas vicisitudes y no exceso de
ideología, me dijo: “un instante antes de todo lo que te ha
pasado estaba Cristo”. Siempre está Cristo como sentido de lo
que ocurre. Hay que aprender a reconocer Su presencia: eso es la
fe. Lo que sorprendía de Giussani era su clara conciencia de la
contemporaneidad permanente de Cristo.
Nosotros
siempre hemos preferido utilizar la palabra experiencia a la
expresión “valores”. Como puso de manifiesto este Papa en su
primera encíclica, el cristianismo, más que una doctrina, un
sistema moral o un sistema de principios, es un encuentro que se
dilata. “No se comienza a ser cristiano –decía Benedicto XVI-
por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro
con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo
horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva”. Es
importante sacar todas las conclusiones que se derivan de esta
afirmación. En realidad los valores no se transmiten, se
transmite una experiencia humana, la novedad de la fe, asumida
crítica y libremente por las personas a través de ciertos
testimonios que interpelan a su razón e invitan por ello a
compartir esa experiencia. Por eso me parece que hay que ser muy
realistas sobre la capacidad que tienen “algunas herramientas”
para hacer resurgir el cristianismo. Todo lo que sirva para
fomentar que se comunique y se dilate una experiencia
cristiana es positivo, todo lo que sea soñar en “atajos” para
difundir la fe como si fuera una filosofía, una moral o un
sistema ideológico es contraproducente.
¿Cree que es
posible que, a través de la cultura, se puedan ir cambiando
algunas realidades sociales, como el relativismo moral o el
nihilismo?
La cultura
auténtica es la conciencia crítica y sistemática de la
experiencia. Si se vive una experiencia nueva, una experiencia
capaz de valorar las exigencias y evidencias que constituyen el
corazón del hombre y de comprender el valor humano de la fe, es
posible una cultura con fuerza de cambio. Si la cultura son
letras muertas, tradiciones irrelevantes para el presente, no
sirve.
Sería arrogante
intentar definir el pontificado de Benedicto XVI. El Papa, sea
el que sea, representa la cabeza del Cuerpo con el que Cristo ha
querido permanecer en la historia. La fidelidad a quien guía el
Pueblo de Dios es la garantía de que Cristo sea contemporáneo a
tu vida. El Espíritu Santo nos ha dado un Papa capaz de
comprender como nadie los retos del momento, que está sabiendo
reproponer el contenido de la Tradición al hombre potsmodermo.
Sólo hay un
modo de educar: poner en juego la propia vida del educador,
padre, madre, maestro, profesor o lo que sea, proponer su
experiencia, invitando al joven a que la someta a verificación.
Es necesario que la libertad del otro pueda experimentar la
belleza de una vida nutrida por la fe. Eso no lo genera una
educación concentrada prioritariamente en los valores.
Comunión y
Liberación nunca ha desarrollado proyectos. Atendemos a las
necesidades que surgen, a las provocaciones de la realidad, que
es un signo permanente del Misterio. Así han surgido los
colegios que algunos adultos han puesto en marcha, las
asociaciones universitarias, de empresas y obras sociales, y el
resto de iniciativas. La cita más visible será el
EncuentroMadrid, un gesto público popular de tres días que
celebraremos a finales de marzo.
Participar en la vida de Comunión y Liberación es participar en una amistad, no en un quehacer. Lo nuestro es una amistad abierta a todos.