Cartas al Director

No incumbe solo al Gobierno

“Una flecha sola, puede ser rota fácilmente, pero, muchas flechas son indestructibles”
Gengis Kan

 

 

César Valdeolmillos Alonso | 11.01.2016


Hasta ahora, los nacionalistas catalanes distinguían muy consideradamente a los inmigrantes procedentes de otras partes de España, con el calificativo de “xarnegos”, lo que en la lengua de Cervantes, se traduce como inmigrante castellano hablante no adaptado, que no habla catalán, residente en Cataluña, expresión manifestada con carácter despectivo.

Últimamente, el concepto de los nacionalistas catalanes hacia aquellos que no han nacido en Cataluña y no ostentan ocho apellidos catalanes, ha elevado su nivel de estimación hasta el extremo de que Carles Puigdemont, el nuevo presidente de la Generalidad, prometió expulsar a los “invasores” de una Cataluña independiente.

Esos invasores que durante décadas han ayudado con su sudor a situar a Cataluña a un nivel privilegiado por encima del resto de los españoles.

Esos invasores a los que solo se les ofrecía los trabajos que los catalanes no querían hacer.

Esos invasores de los que Jordi Pujol, en su libro "La inmigración, problema y esperanza para Cataluña", dice: “Ese hombre anárquico y humilde que hace centenares de años que pasa hambre y privaciones de todo tipo, cuya ignorancia natural le lleva a la miseria mental y espiritual y cuyo desarraigo de una comunidad segura de sí misma hace de él un ser insignificante, incapaz de dominio, de creación. Ese tipo de hombre, a menudo de un gran fuste humano, si por la fuerza numérica pudiese llegar a dominar la demografía catalana sin antes haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña".

No me extrañaría escuchar dentro de poco sobre esos a los que el nuevo Presidente de la Generalidad catalana ha llamado invasores, algo similar a lo que Hitler dijo en defensa del genocidio judío que llevó a cabo:

-         "Creo hoy que estoy actuando de acuerdo con el Creador Todopoderoso. Al repeler a los judíos estoy luchando por el trabajo del Señor".

Lo que acaba de ocurrir en el parlamento catalán y lo que aún puede suceder en el futuro es un hecho tan grave como como en su día lo fue el golpe de Estado de Tejero, pero sin pistolas.

Los nacionalistas, siempre que España ha tratado de iniciar una nueva andadura, han puesto una bomba de espoleta retardada debajo de la línea de flotación de esa andadura y como ahora, han aprovechado el momento en que el Estado se encontraba en situación de debilidad, para hacerla explotar.

España atraviesa una situación de emergencia nacional y este es el momento en el que los partidos constitucionalistas deben dejar de lado sus diferencias e intereses políticos para atender los intereses de España y los españoles.

No es momento de anteponer ambiciones personales, porque el desafío planteado y la situación por la que atravesamos, no incumbe solo al gobierno, sino que exige una altura de miras y una generosidad que haga posible el concurso de todos.

La diversidad de los españoles, no significa que queramos sumergirnos en la tormenta de la confrontación y la experiencia de las últimas décadas nos ha demostrado que sólo la unidad y la solidaridad de nuestros dirigentes garantizan la grandeza, el bienestar y el progreso de España.

 

César Valdeolmillos Alonso