Un sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor

 

 

09/01/2024 | por Grupo Areópago


 

 

 

 

 

Cuando se ha cumplido el primer aniversario el fallecimiento del Papa Benedicto XVI el Grupo Areópago recuerda al “sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor”. Con estas palabras aparecía desde la logia de San Pedro ante el mundo un 19 de abril del año 2005 el Papa Benedicto XVI.

Días antes había presidido la Santa Misa pro eligendo Pontefice durante la cual pronunció una profética homilía destacando las cualidades y retos que debería afrontar el nuevo sucesor de San Pedro, tras el inolvidable pontificado de San Juan Pablo II. Sin darse cuenta, se señalaba el camino que él mismo recorrería. Entre estos retos fue destacado por todos los medios de comunicación, la denuncia de la dictadura del relativismo, tema que él bien conocía tanto a nivel intraeclesial como fuera de la Iglesia. Una dictadura que sólo se podría combatir con la Verdad, de la cual no se es dueño sino cooperador.

Éste fue el principal hilo de su pontificado que destacó no sólo por la brillantez de sus homilías y magisterio, por su claridad en la exposición de la doctrina y moral católica, por su conocimiento de la rica Tradición eclesial o por la aplicación del Concilio Vaticano II en la lógica de la continuidad, sino por su conciencia de estar sirviendo en la viña del Señor como un sencillo y humilde trabajador.

Benedicto XVI fue un gran hombre intelectual, quien fue consciente de que el rebaño del Señor se ha de alimentar con el pasto de la verdad. Ésta no puede ser recolectada de cualquier manera, sino a través de horas de formación, de estudio, de debate y de gran ejercicio intelectual que marcaron su vida. Fruto de esto podemos verlo en sus bellas y enjundiosas homilías o en sus grandes documentos doctrinales, o en su claridad a la hora de exponer cuestiones no fáciles, sin dejar de lado su gran obra cristológica.

Este pasto de la verdad pudo dar fruto gracias a las largas horas de oración que regaron este munus docendi. Un hombre de una profunda espiritualidad, que supo huir de intelectualismos estériles, fríos y desencarnados y que plasmó en su manera de relacionarse con Dios a través del culto, de su oración personal o de su magisterio espiritual.

Una verdad que recogía el hombre Benedicto, quien ante situaciones duras a nivel eclesial nunca rehuyó de afrontar los problemas y tratarlos con una gran humanidad. Su tratamiento acerca del problema de la pederastia, de los graves escándalos que salpicaron su pontificado, siempre fueron atajados con una exquisita delicadeza atendiendo al más débil y desfavorecido.

Un pastor al servicio de la viña del Señor, quien nunca se sintió dueño sino administrador. De ahí que las distintas determinaciones de su pontificado fueran movidas por su corazón pastoral, plasmadas en sus grandes intuiciones ecuménicas o en sus debates con las grandes mentes ateas del momento, o incluso su sorpresiva renuncia, vinieran movidas por su deseo de buscar a la oveja herida y perdida, y servir del mejor modo posible a su Señor.

Benedicto XVI, sencillo y humilde trabajador de la viña del Señor, gracias por tu sí al servicio del Buen Pastor. Descansa en paz.

 

 

GRUPO AREÓPAGO