Biblia

 

Los cantos del Evangelio de la infancia de Jesús

 

En su Evangelio de la Infancia, san Lucas menciona cuatro cantos.

 

 

 

15 mar 2022, 22:00 | La Croix


 

 

 

 

 

Jean-Pierre Rosa comenta su lugar y función en el conjunto del Evangelio.

 

 

Cuando pensamos en los himnos de los Evangelios, inmediatamente pensamos en el Magnificat, que sigue siendo, para muchos cristianos, el canto de alabanza por excelencia. Pero el Evangelio de la Infancia de Jesús, de san Lucas, no solo incluye el Magnificat, sino también el Benedictus (Lucas 1,67-68), el Gloria (2,13-14) y el Nunc dimittis (2,28-32). Cuatro cantos que probablemente fueron incluidos por Lucas en una narración que podría prescindir fácilmente de ellos. Estos cantos son típicos de la literatura poética judía de la época de Lucas. Se encuentran en el Primer Libro de los Macabeos y en los salmos de acción de gracias de Qumrán. Se presentan como un mosaico de citas del Antiguo Testamento. Su función es, sobre todo, apoyar la alabanza mostrando cómo se cumple la promesa en boca de los protagonistas del evento.

Por eso se ha subrayado con tanta frecuencia, y con razón, el vínculo entre el Antiguo Testamento, representado por Juan e Isabel, y el Nuevo Testamento, representado por Jesús y María. También se ha subrayado cómo este cumplimiento mesiánico aparece como una buena noticia para los pobres, los pequeños y los hambrientos y una maldición para los ricos, los poderosos y los orgullosos. En esto, María no hace más que preparar y anticipar la acción del propio Jesús. Desde el principio de su predicación, al leer el rollo de Isaías, sitúa su misión: es "enviado a llevar la buena noticia a los pobres, a proclamar la liberación a los cautivos y la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos...". Las bienaventuranzas (6,20-26), seguidas de las maldiciones, serán un eco más de este tema. Es comprensible que el Magnificat haya sido tan utilizado y citado por los teólogos de la liberación.

Pero hay otra lectura de este himno, así como de los otros tres. Todos ellos provienen de un encuentro inesperado y no esperado entre un justo y el Señor. El Magnificat, en particular, es la culminación de un acto concreto de amor por parte de María hacia su prima Isabel. Es como si este simple acto hubiera liberado en ella una palabra que es ya una presencia de Jesús.