Valores y familia

 

Nacimiento e instinto maternal

 

Brigitte Djebar, educadora especializada: "Las palabras no son suficientes"

 

 

 

11 mar 2022, 21:00 | La Croix


 

 

 

 

 

"Extrañamente, cuando nació mi primer hijo, no sentí ningún instinto maternal, me sentí sobre todo aliviada de que estuviera aquí. Tardé mucho tiempo en conocer a este pequeño ser que me resultaba muy extraño y desconocido.

Cuando nació el segundo niño, seis años más tarde, lo que me conmovió fue la actitud de su padre: enseguida reconoció a este niño como su hijo.

Lo más difícil es entender a un niño. A cada uno de nosotros nos gustaría tanto evitar errores, para asegurarnos de que nuestro hijo o hija esté lo más alerta posible. Me definí a mí misma muy en oposición a mi madre. No quería ser como ella. Estoy muy presente con mis hijos, juego mucho con ellos, por placer, y estos momentos compartidos son una gran alegría para mí. Disfruto mucho más con mis hijos porque, profesionalmente, me ocupo de niños maltratados o con dificultades.

Lo que me llama la atención de los niños es constatar hasta qué punto no somos omnipotentes, cuánta libertad tienen en su interior que no necesariamente va por donde nosotros queremos.

Creo que criar a los hijos hoy en día es difícil: hay un control social omnipresente que genera un sentimiento de culpa en los padres. Siempre sienten que no hacen lo suficiente por sus hijos. Tampoco soportan verlos inactivos, mientras que un niño necesita tiempo para soñar e imaginar.

A veces tengo la sensación de que los padres han sido privados de su papel de padres. Y que los niños ya no aprenden a ser independientes porque están muy supervisados. Todos los años, al comienzo del curso escolar, mi hijo me pide que le apunte a un gran número de actividades: fútbol, piano, judo, lo que sea... diciéndome que sus amigos hacen más cosas que él. Me niego a sobrecargar su agenda. Necesita tener tiempo para sí mismo.

También me preocupa que el aumento del número de actividades suponga la ausencia de los padres, ya que sus hijos están constantemente ocupados sin ellos y ellos mismos llegan tarde a casa. Esta ausencia física es preocupante, al igual que la psicológica: una madre deprimida no puede dar a su hijo el apoyo que necesita. Y es preocupante que muchos padres intenten compensar estas ausencias con regalos.

A menudo digo 'no' a mis hijos, es lo más difícil, pero es esencial darles una estructura. Para educar a los hijos, hay que estar lo más cerca posible de uno mismo, saber quién es y ser consciente de ello.

También me preocupa hasta qué punto nuestra sociedad se ha convertido en una sociedad de la palabra, en la que parece que creemos que hablar es milagroso y puede resolver todos los problemas. Pero hablar, aunque sea necesario, no es suficiente. También necesitamos acciones, una presencia encarnada. A menudo, lo importante es lo que no se dice".