Biblia

 

Biblia: la llamada a la vida de la música

 

En el Evangelio según Lucas, dos referencias a la música evocan la alegría que provoca la Buena Noticia. El Evangelio nos invita a una fiesta de alegría, que se vive en el presente y desde dentro, y no desde lejos y en espera de una "justa" recompensa.

 

 

 

08 mar 2022, 21:00 | La Croix


Murillo, El retorno del hijo pródigo

 

 

 

 

 

Por Marie-Laure Durand, teóloga, profesora de antropología en el Institut supérieur de formation de l'Enseignement catholique, en Montpellier.

 

 

El Evangelio de Lucas es el único que menciona dos veces la actividad musical. Aunque uno podría esperar que los ángeles de la Gloria formaran parte de esto, no es así. De hecho, al contrario de lo que sugiere el villancico, los ángeles no cantan el himno del cielo, sino que se limitan a decirlo. Así, el gran ejército celestial "alababa a Dios diciendo: 'Gloria a Dios en el cielo'" (Lucas 2,13-14).

 

Música contra la desarmonía

La primera mención de la música se encuentra en Lucas 7,32: "Hemos tocado la flauta y no habéis bailado, hemos entonado lamentaciones, y no habéis llorado". Al representar a los niños tocando una música alegre y triste que no consigue enganchar a su público, la parábola caricaturiza la actitud de los fariseos y los letrados que son incapaces de reconocer la justicia de Dios en los acontecimientos que tienen ante sí. Entre Juan el Bautista y Jesús, las propuestas espirituales son coherentes pero diferentes. El Bautista es ascético - "no come pan ni bebe vino"- y los fariseos piensan que está loco. Jesús "come, bebe" y la misma gente le llama "comilón y borracho".

La parábola hace explícita esta ceguera. No importa la música que se ponga, no importa el estilo de vida que se proponga para profundizar en un camino espiritual, los fariseos en cuestión permanecen impasibles, incapaces de reconocer la rectitud del mensaje y de empatizar con lo que la vida les propone. Por lo tanto, lo que señala Jesús es tanto su falta de respuesta como su incapacidad para dejarse conmover por la justicia de Dios.

El segundo pasaje -la única aparición de la palabra "música"- se encuentra en la historia del hijo pródigo, cuando el hermano se acerca a la casa y oye "la música y la danza" (Lucas 15,25).

El contexto es bien conocido. Después de haber dilapidado la herencia, el hijo menor regresa y es recibido por un padre que lo creía perdido. Organiza el reencuentro. Cuando el hijo mayor vuelve de trabajar en el campo, la fiesta ya ha comenzado. "Cuando al volver se acercaba a la casa, oyó la música y la danza" (Lucas 15,25). Lo que podría ser un símbolo de alegría y despreocupación, le suena a traición de su padre. El término utilizado en este extracto es sumphonia, construido a partir del prefijo sun (con) y phônè (sonido), y que designa la unión de voz y sonido que forma un concierto, ese momento en el que los sonidos encajan y concuerdan.

Derivados de este término se encuentran en otras partes del Nuevo Testamento para describir la noción de acuerdo. Así, en Hechos 15,15: "Con esto concuerdan (sumphônei) las palabras de los profetas". Esta etimología subraya aún más la violencia que siente el hermano mayor. La música le devuelve la alegría de su padre y, quizás más ampliamente, la de toda la casa. Así, resuena como un acuerdo, una unanimidad para alegrarse del regreso del hijo perdido, un acuerdo del que el hijo mayor puede sentirse excluido de dos maneras diferentes. No solo porque se queda fuera, ya que la fiesta ha comenzado incluso antes de su regreso. Pero también porque considera injusta la reacción del padre. El hermano está así en desacuerdo con los demás, mientras que en la distancia, en la casa, todo parece indicar que los demás son uno, en la alegría.

La exclusión es doble y la violencia aún más conmovedora. En el lado de la fiesta, la interpretación no es la misma. El padre, que celebra el regreso de su hijo menor, intenta explicar el significado de la música. "Pero era preciso celebrar un banquete y alegrarse, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha revivido; estaba perdido y lo hemos encontrado" (Lucas 15,32). La música acompaña a la resurrección. Cuenta la vuelta a la vida y el fin de una angustia. La música está ahí para agradecer este regalo y la agradable sorpresa que ya no esperaba.

 

Participar en la vida

Los dos pasajes del Evangelio de Lucas en los que se escucha música tienen algo en común. En ambos casos se trata de elegir entre participar en la vida o comentarla. En la parábola de los niños que tocan la flauta, Jesús reprocha a los fariseos que no sepan leer los acontecimientos. Su juicio les impide participar en la vida, reír o llorar, y les impide descubrir en su propia historia la actualidad de la presencia de Dios. La música es externa a ellos, no los toca, no los involucra.

El hijo mayor se encuentra en una situación sorprendentemente similar. Se niega a ver la buena noticia del regreso de su hermano. No ve ni alegría ni alivio. No ve que la justicia de Dios está actuando en la reacción del padre.

En ambos casos, la música es una llamada a volver a la vida y al presente para experimentar lo que está sucediendo en lugar de comentarlo.