Biblia

 

¡Santo, santo, santo es el Señor!

 

"¡Santo, santo, santo es el Señor! Todos conocemos esta aclamación litúrgica. ¿Pero de dónde viene? ¿Por qué afirmamos tres veces la santidad de Dios?

 

 

 

15 dic 2021, 17:00 | Jean-Pierre Rosa, La Croix


Pietro Lorenzetti, Cristo entrando en Jerusalén, 1320-1330,
Basílica inferior de San Francisco, Asís.

 

 

 

 

Esta aclamación litúrgica proviene de una combinación de dos pasajes bíblicos. El primero, que afirma la triple santidad de Dios, se encuentra en Isaías y en el Apocalipsis: "¡Santo, santo, santo es el Señor del universo, llena está la tierra de su gloria!" (Isaías 6,3, Apocalipsis 4,8). En ambos casos, es en el curso de una grandiosa visión celestial que el testigo, en uno Isaías, en el otro Juan, oye a los ángeles invocar al Dios tres veces santo. Esta triple aclamación -equivalente a un superlativo absoluto- formaba parte de la liturgia judía del sábado en la época de Jesús.

El Sanctus, en cambio, vincula esta invocación a la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén. Los evangelistas cuentan que Jesús va montado en un burro y la multitud lo aclama con palmas, cantando "¡Hosanna! ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!" (Mateo 21,9; Marcos 11,9; Lucas 19,38; Juan 12,13). También aquí hay una fuerte alusión a una fiesta judía, presumiblemente Sucot.

Por ello, entre las referencias bíblicas y las relecturas simbólicas, es difícil saber qué ocurrió realmente en Jerusalén aquel día. Pero es posible que la multitud -la misma que, manipulada por los saduceos, pediría la cabeza de Jesús unas horas más tarde- empezara aclamando al Jesús que curaba a los enfermos, expulsaba a los demonios y dignificaba a los pobres y a los pequeños. Es muy posible que esta aclamación impulsara a las autoridades a actuar. Puede que fuera un aplauso, quizás incluso una guardia de honor. En cualquier caso, era una señal de alabanza, reconocimiento y alegría.

En los primeros siglos de la Iglesia, la liturgia unía estas dos aclamaciones, proclamando la divinidad de Jesús en el seno de una afirmación trinitaria. Esto hace que la aclamación sea una acción litúrgica importante incluso hoy en día.