Tribunas

La Ascensión de Jesucristo a los Cielos: Bautizad a las gentes por el mundo entero

 

 

Juan José Corazón Corazón
Sacerdote, Doctor en Derecho Canónico, Doctor en Derecho


 

 

 

 

 

Cuando Jesucristo, ya resucitado, avisó a sus discípulos que tenía que dejar físicamente este mundo, para estar en el lugar que le corresponde junto a Dios Padre y prepararnos, a cada uno, un lugar para estar eternamente junto a Él, sus últimas palabras, antes de Ascender al Cielo fueron: “Id por el mundo entero bautizando a las gentes, en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

¡Anda! Qué bien podía habernos dicho multitud de cosas, de las que habló de un modo expreso en la predicación y realización increíble de sus milagros, durante esos tres años de lo que llamamos su vida pública.

¡Anda! Qué bien podía habernos dicho multitud de cosas, manifestadas de un modo implícito durante su maravillosa vida a lo largo de unos treinta años, de lo que llamamos su vida oculta.

¡Pero no! No quiso pedirnos otra cosa, sino que llevemos el sacramento del Bautismo por el mundo entero.

Se entiende bien que, desde siempre, la Iglesia ha considerado y declarado oficialmente que el Bautismo es un nuevo nacimiento, que permite al hombre, a la mujer, al hijo, a la hija, participar de la propia vida y bienes de Dios.

Así lo denominó Jesús en su conversación con Nicodemo, hablándole del nacimiento del agua y del Espíritu.

Cuando un hijo nace, comienza a participar de la vida y de los bienes de sus padres y su familia; pues con el Bautismo ocurre lo mismo.

Cuando Jesús salió del río Jordán, una vez bautizado por San Juan Bautista, convirtió el Bautismo en sacramento.

Entonces Dios Padre dijo “Éste es mi hijo amado” y descendió sobre Él el Espíritu Santo, manifestándose en forma de Paloma.

Cuando somos bautizados Dios nos adopta como hijos, llamándonos también hijos amados y el Espíritu Santo desciende sobre nosotros y comenzamos a participar de su vida y bienes divinos.

¡Qué importante es no privar a los hijos de tan grandísimo bien!

Igual que unos buenos padres no esperan a que su hijo sea mayor para que decidida cómo quiere ser educado, ni cómo quiere comer, ni cómo quiere vestir… Y le dan lo que ellos saben que es lo mejor para él, pues así también deben considerar que lo mejor para él es el bautismo.

Los padres que bautizan pronto a sus hijos cumplen las últimas palabras que conocemos y el mandato que nos dio Cristo el día de su Ascensión a los Cielos:

 

“Id por el mundo entero bautizando a las gentes,

en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo”.

 

 

Juan José Corazón Corazón