Fiestas religiosas

 

Visitación: una meditación de Charles de Foucauld

 

Oh, Madre mía, hoy acaecen a un tiempo una de vuestras fiestas y una de las fiestas de Cristo. Y, sin embargo, es primordialmente una fiesta de Nuestro Señor, ya que Él obra en vos y por vos.

 

 

11 mayo 2021, 09:59 | La Croix


Imagen: Jakob y/o Hans Strüb, La Visitación (detalle), hacia 1505, Museo Thyssen, Madrid.

 

 

 

 

 

Charles de Foucauld, extracto de Nuevos escritos espirituales

 

La Visitación es la caridad de Cristo que os apremia. Es Jesús el que, apenas entró en vos, se halla sediento de santificar y conceder la alegría a los demás… Por la Anunciación se os manifestó y se entregó a vos. Os santificó maravillosamente.

No es suficiente para Él. En su amor por los hombres, desea manifestarse cuanto antes y donarse a ellos por vuestro medio.

Quiere santificarlos. Y os motivó a llevarlo frente a Juan. Es, por ello, vuestra fiesta, oh Madre mía… la fiesta de las comunidades contemplativas y silenciosas (…).

Lo que la Virgen hizo en su visitación no fue, en efecto, una mera visita a su prima para consolarse mutuamente relatando las maravillas que Dios obró en ellas. Aún menos se trata de una visita de mera caridad material cuyo fin es ayudar a su prima en los últimos meses de su embarazo y su posterior parto. Es mucho más que eso. María se presentó para santificar a Juan, para anunciarle la Buena Nueva, para evangelizarlo y santificarlo, no mediante su palabra, sino llevándole a Jesús, en el silencio, acercándoselo en su morada. Y a eso se dedican los religiosos dedicados a la contemplación.

Sin palabras, ellos hacen presente a Jesús en medio de los hombres, en el silencio.

Haciéndole presente en ellos en la sagrada Eucaristía, haciéndole presente en sus vidas, en la vida evangélica de la cual son ejemplo, de la que son viva imagen.

¡Oh, Madre mía, haced que seamos fieles, como vos, a nuestra misión!