Religión

 

Caricaturas y religiones, algunas reflexiones...

 

 

15 abr 2021, 10:50 | La Croix


 

 

 

 

 

No, las caricaturas no están en el origen del islamismo ni del terrorismo. Solo son un pretexto, utilizado por los extremistas que tienen una agenda para imponer su visión totalitaria de un islam político. Teniendo en cuenta estos hechos, ¿debería esto eximirnos de debatir su publicación? Caricaturizar la religión es una libertad protegida por nuestra ley. Esto no significa que debamos abstenernos de contextualizar esta libertad, de tomar precauciones y de reflexionar sobre ella.

 

Autocensura libremente consentida

La primera observación es que el humor, la burla de los poderosos y de los dioses, no esperó a la revolución de 1789 para expresarse. Todos los textos antiguos dan suficiente testimonio de ello. La burla forma parte de las necesidades más fundamentales del hombre y no es en absoluto una invención de la República [francesa]. En segundo lugar, nos contenemos constantemente en muchos temas, ya sea en nuestra familia, comunidad o sociedad: sabemos que, en términos absolutos, no todo se puede decir, ni todo es objeto de risa... La libertad de expresión se vive en sociedad, donde debemos practicar, para mantener esta vida de sociedad, una autocensura libremente consentida.

 

La caricatura como instrumento de muerte

Por último, pero no menos importante, ¿cuál es el objetivo de la caricatura? Hacer que la otra persona se mueva, señalar sus contradicciones, hacerle pensar. Provocar el debate. Una buena caricatura hace esto. Siempre que se entienda como tal. Pero cuando las caricaturas ya no se presentan como tales, sino como programas políticos que deben tomarse al pie de la letra, cuando se utilizan como instrumentos en un mundo musulmán hipersensibilizado de manera enfermiza a toda crítica, terminamos con lo contrario de lo que se pretendía. Las caricaturas se caricaturizan y se convierten en instrumentos de muerte. Entonces, al dejarnos atrapar en una dialéctica siniestra de la violencia, el riesgo es sacralizar a su vez estas caricaturas, olvidando demasiado rápido el precio de la vida humana, que es también el fundamento de nuestra civilización.

 

La libertad de no hacer

¿No sería preferible un verdadero debate sobre el islam, en el que todos pudieran hacer oír sus argumentos, a este círculo vicioso de caricatura y violencia en el que estamos atrapados? Como dice François Héran en un texto magnífico, "integrar la existencia de los demás en la propia visión del mundo no es practicar el odio a uno mismo, es salir de uno mismo para crecer". No se trata de censura, por supuesto. La libertad es un bien precioso, y tenemos razón en defenderla. Pero la libertad también significa no hacer lo que nos gustaría hacer. Hasta ahí se puede llegar.

 

 

Isabelle de Gaulmyn, La Croix