Servicio diario - 26 de agosto de 2017


Francisco a Czestochowa: ‘Alegría, porque María es Reina y también madre’
Redacción

El cardenal Re: Pablo VI tenía preparadas dos cartas de renuncia
Redacción

Video de amenaza al Papa: No hay nuevas medidas de seguridad, indica Parolín
Redacción

Santa Mónica – 27 de agosto
Isabel Orellana Vilches

Beata María del Pilar Izquierdo – 27 de agosto
Isabel Orellana Vilches


 

26/08/2017-10:05
Redacción

Francisco a Czestochowa: ‘Alegría, porque María es Reina y también madre’

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, Abr. 2017).- El papa Francisco envió un hermoso videomensaje a los peregrinos y devotos de la Virgen de Czestochowa, patrona de Polonia, con motivo de los 300 anos de la coronación de la imagen de María, el cual divulgado hoy por la Oficina de prensa de la Santa Sede.

A continuación el texto completo:

«Queridos peregrinos, saludo a todos con gran afecto, especialmente quienes han llegado desde tan lejos para estar a hoy, junto con los queridos hermanos obispos y sacerdotes, a la capital espiritual del país.
Si Czestochowa está en el corazón de Polonia, significa que Polonia tiene un corazón materno; esto significa que cada latido de la vida sucede con la Madre de Dios. A ella ustedes suelen confiarle todo: el pasado, el presente y el futuro, las alegrías y las angustias vuestra vida personal y la de vuestro amado país. Esto es muy hermoso.
Y me resulta hermoso recordar que lo hice con ustedes el año pasado, cuando me coloqué bajo la mirada de esta Madre, cuando puse mis ojos en los de Nuestra Señora, confiando a su corazón lo que estaba en mi corazón.
Conservo vivo y agradecido el recuerdo de esos momentos, la alegría de haber llegado también yo como peregrino para celebrar, bajo la mirada de esta Madre, los 1050 años del bautismo de Polonia.
Otra ocasión de gracia hoy les reúne numerosos: hace trescientos años, el Papa
concedió usar las coronas papales sobre la imagen de la Virgen de Jasna Gora, vuestra reina.
Es un gran honor tener por Madre a una Reina, la misma Reina de los Ángeles y de los Santos, que reina gloriosa en el Cielo. Pero me da aún más alegría saber que tengo por reina una madre, amar como madre a Aquella la que ustedes llaman Señora.
La imagen sagrada muestra que María no es una reina distante que se sienta en el trono, sino la Madre que abraza al Hijo y con Él, a todos nosotros sus hijos. Ella es una verdadera Madre, con el rostro marcado, una Madre que sufre porque realmente se ocupa de los problemas de nuestra vida.
Es una madre que está cerca de nosotros, que nunca nos pierde de vista; es una madre tierna, que nos toma por la mano en el camino de cada día.
Les deseo que experimenten en el solemne jubileo que se está celebrando: el momento favorable para saber que ninguno de nosotros está huérfano, porque cada uno de nosotros tiene una Madre a su lado, una Reina de ternura sin igual.
Ella nos conoce y nos acompaña con su estilo típicamente maternal: suave y valiente al mismo tiempo; nunca invadiendo y perseverante en el bien; paciente delante al mal y activo en la promoción de la concordia. Nuestra Señora les dé la gracia de regocijarse juntos, como una familia reunida alrededor de la Madre.
En este espíritu de comunión eclesial, fortalecido aún más por el vínculo único que une a Polonia con el sucesor de Pedro, les doy mi bendición apostólica. Y les pido a todos ustedes, por favor, que recen por mí. Gracias».

 

 

26/08/2017-10:55
Redacción

El cardenal Re: Pablo VI tenía preparadas dos cartas de renuncia

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, Abr. 2017).- El cardenal Giovanni Battista Re, dio a conocer que el papa Pablo VI tenía en su cajón dos cartas listas con su renuncia, en caso de que quedara inconsciente por alguna enfermedad o por algún evento inesperado.
El Código de derecho canónico vigente en esa época contemplaba que el Papa no podía renunciar sin la aceptación del Colegio Cardenalicio. La segunda carta por lo tanto invitaba al secretario de Estado de la Santa Sede para que convenza a los cardenales a aceptar su dimisión.
El prefecto emérito de la Congregación de los obispos, lo revela en una entrevista concedida a una revista de Bérgamo y retomada por el cotidiano Avvenire.
Por su parte el suplemento Vatican insider, del diario italiano La Stampa, señala que Pablo VI se había sometido en noviembre de 1967 a una operación a la próstata con anestesia total, en una sala operatoria preparada en el departamento papal.
El cardenal precisa: “Las cartas me las ha mostrado el papa Juan Pablo II”, añade que si bien acabó siendo cardenal, su sueño “era ser párroco”.
Recuerda también a sus ‘seis Papas’: “Para abrir el Concilio fue necesario Juan XXIII, quien tenía gran confianza en Dios y en los hombres”; “Pablo VI fue el papa que simplificó la curia y quería simplificación e internacionalización de los cargos”; “el Papa Luciani me dijo que el papado era un peso demasiado grande para sus espaldas”; y Juan Pablo II, de quien el cardenal Re era estrecho colaborador. Para él, “controlaba la traducción de sus discursos. Un gran hombre y un gran santo”.
Y después el cardenal cita a Benedicto XVI, “un gran teólogo, una persona suave, con la fama de ser duro pero no es así. Es bueno y bondadoso, tiene una inteligencia extraordinaria”. Y concluye con Francisco: “el papa justo en el momento justo”.
En la entrevista le preguntan sobre el atentado de Ali Agca, pero el cardenal prefirió que sus respuestas fueran reservadas.

 

 

26/08/2017-08:20
Redacción

Video de amenaza al Papa: No hay nuevas medidas de seguridad, indica Parolín

(ZENIT – Ciudad del Vaticano, 26 Ago. 2017).- Las amenazas hechas contra el papa Francisco por guerrilleros cercanos al Estado Islámico (ISIS por sus siglas en inglés) que operan en Filipinas, “no pueden sino preocupar”, pero en el Vaticano “no hay nuevas medidas” de seguridad.
Lo indicó hoy el cardenal secretario de Estado Pietro Parolín en declaraciones al margen del Meeting di Rimini.
“He visto ayer ese vídeo –dijo el cardenal italiano– que transmitieron por televisión, evidentemente no puede sino preocupar, sobre todo por este odio insensato que existe. Yo creo que en el Vaticano no hay medidas adicionales. Por lo que yo conozco, se sigue con el mismo nivel de atención y de seguridad que se mantienen en este período”.
De otro lado, sobre un dron que voló en la mañana de hoy sábado en las inmediaciones del Vaticano, la vicedirectora de la Oficina de prensa de la Santa Sede, Paloma García Ovejero señaló en un pequeño briefing, que “no hubo ninguna alarma y no hay alarma”.
Las declaraciones las hizo, indicó, después de entrar en contacto con la Gendarmería del Vaticano. Añadió que “el nivel de seguridad es como siempre alto”, pero sin ningún ulterior agravamiento.
Según informan algunos medios locales, los controles sobre el dron se realizaron en la mañana temprano, particularmente en el barrio ‘Borgo Vittorio’, adyacente a la Ciudad del Vaticano , incluso con el apoyo de un helicóptero de la policía.
En el área del Vaticano por motivos de seguridad esta prevista una ‘no fly zone‘ y desde hace bastante tiempo los aviones o helicópteros han tenido que modificar sus rutas evitando la ciudad de Roma.

 

 

26/08/2017-04:48
Isabel Orellana Vilches

Santa Mónica – 27 de agosto

(ZENIT – Madrid).- A esta madre santa le cupo la gloria de dar a luz a uno de los grandes santos y doctores de la Iglesia, Agustín, al que, con sus ardientes y emocionadas súplicas, rescató del mundo, instándole a volver los ojos a Dios. Es modelo y patrona de las madres cristianas.
De origen bereber, nació en Tagaste, actual Souk-Aharás, Argelia, el año 332. Después de recibir el bautismo en plena juventud, según la costumbre de la época, se sintió cada vez más inclinada a la vida de oración. A ella hubiera querido consagrar su existencia, pero sus padres la desposaron con Patricio, que además de ser pagano y mucho mayor que ella, nunca la respetó, sino que le infligió gravísimo maltrato durante treinta años. Era pronto a la ira, mujeriego, bebedor, ludópata, y tan insensible hacia lo espiritual que su temperamento violento se manifestaba a la primera de cambio. En medio de esta dramática espiral que presidía su hogar, Mónica acudía a misa diariamente y sobrellevaba los constantes atropellos con heroica paciencia. No queriendo exasperarlo en modo alguno, guardaba silencio o respondía con dulzura mostrando su buen carácter cuando la situación se tornaba insostenible.
Poco a poco, y a fuerza de dar testimonio con su vida, amparada en el amor de Dios, con oración y sacrificios fue venciendo la dureza del corazón de su esposo y se produjo lo que parecía un imposible: su conversión al cristianismo. Patricio se bautizó el año 371. Antes Mónica ya se había ganado a pulso la simpatía de su suegra, una mujer de agrio carácter y entrometida en las cuestiones de su hogar. Pero a Mónica aún le quedaba apurar otro cáliz, ya que de tres hijos nacidos en el matrimonio, una mujer y dos varones, Agustín iba a darle no pocos quebraderos de cabeza.
Patricio murió un año después de ser bautizado, y ella tuvo que lidiar en soledad con el tarambana de Agustín, que si bien era brillante en sus estudios y se había formado rigurosamente en Cartago, en su vida personal dejaba mucho que desear. Experto en filosofía, literatura y oratoria, pero completamente alejado de la fe, iba sumiéndose en un pozo cada vez más hondo para consternación de Mónica que sufría indeciblemente. Hubo una breve inflexión en la vida de Agustín que hizo pensar que le daría un giro definitivo. El hecho es que tras la muerte de su padre, enfermó, y temiendo seguir sus pasos pensó en hacerse católico; hasta recibió instrucción para ello. Pero en cuanto sanó, se involucró con los maniqueos y prosiguió dando tumbos.
Un día Mónica lo echó de casa sin contemplaciones al ver que no desistía de sus errores y falsedades contrarios a la verdadera religión. En un sueño vio que alguien se acercaba a consolarla en medio de su dolor por la pérdida espiritual de Agustín, y le aseguraba que volvería con ella. La interpretación de éste fue que su madre se haría maniquea como él. Pero Mónica respondió: «En el sueño no me dijeron, la madre irá a donde el hijo, sino el hijo volverá a la madre». Aunque Agustín quedó impresionado por la respuesta, aún tardó nueve años en convertirse.
El obispo de Tagaste, conmovido por los sacrificios y sufrimientos de Mónica, le había asegurado: «es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas». Ella continuó orando y llorando, pero también lo siguió con religiosa terquedad a Roma para rescatarlo de las malas influencias. Agustín, al ver que iba tras él, intentó esquivarla tomando un barco, pero cuando ella se percató de la maniobra, se embarcó en otra nave. Después, en Milán Mónica tomó contacto con san Ambrosio, cuya intervención sería decisiva para la conversión de Agustín el año 387. Abrazado por fin al cristianismo, el santo volvió con su madre. Antes de que le asaltara la última enfermedad, Mónica le había confiado: «Hijo, ya nada de este mundo me deleita. Ya no sé cuál es mi misión en la tierra ni por qué me deja Dios vivir, pues todas mis esperanzas han sido colmadas. Mi único deseo era vivir hasta verte católico e hijo de Dios. Dios me ha concedido más de lo que yo le había pedido, ahora que has renunciado a la felicidad terrena y te has consagrado a su servicio». Poco tiempo después, ese mismo año 387, hallándose unidos, murió en Ostia cuando Agustín estaba a punto de partir a África; él aseguraba que su madre le había engendrado dos veces.

 

 

26/08/2017-04:01
Isabel Orellana Vilches

Beata María del Pilar Izquierdo – 27 de agosto

(ZENIT – Madrid – 26 Ago).- Hoy, festividad de santa Mónica, madre de san Agustín, entre otros santos y beatos la Iglesia celebra la vida de María Pilar. Nació en Zaragoza, España, el 27 de julio de 1906. Su infancia discurrió al abrigo de la ternura de sus piadosos padres, en un humilde hogar conformado por cinco hermanos más; ella era la tercera. Conservó vivo en su corazón el día de su bautismo que le hizo «hija de la Iglesia», una gracia por la que no cesó de bendecir a Dios. «¡Ojalá sea una realidad lo que me han dicho siempre mis padres confesores, de que sigo viviendo como el día de mi bautismo!». Al paso de los años se consideraba una «tontica» porque aprendió a leer y a escribir superada la treintena; no pudo recibir estudios a su tiempo por tener que ayudar a los suyos. Una tía le transmitió sus conocimientos para trabajar confeccionando alpargatas, y a ello se dedicó en su propio domicilio.
Sensible, caritativa, marcada por el desprendimiento, hacía de la escasez una fuente inagotable de bienes para los que eran tan pobres como ellos y más. No podía ver necesidades en derredor suyo; a escondidas o de forma abierta donaba lo que tuvieran en casa. Su padre sentía especial dilección por ella, ya que de dos hijas fue la que sobrevivió, aparte de los varones. Era un hombre tierno, de bondadoso corazón, y siempre disculpaba los gestos de su «Pilarín»; también lo hacía la madre, aunque era la que solía reconvenirla a veces. La familia al completo ponía de manifiesto su generosidad. La joven vivía inmersa en un ambiente espiritualmente privilegiado: el amor a Dios que le inculcaban no era teórico. La Virgen del Pilar lo presidía todo.
Su vida fue sellada por el dolor. Bien dijo que lo suyo era «sufrir y amar, amar y sufrir». Hacia los 14 años de edad se le presentó un cuadro clínico difícil de diagnosticar que parecía de índole nerviosa, aunque cursaba en medio del estado de paz que solía caracterizar a la muchacha. Por esa época comenzó a ser agraciada con visiones. A pesar de la precariedad económica que tenían, sus padres no dudaron en conducirla fuera del pueblo para restituirle la salud después de ser tratada por diversos especialistas. Estuvieron cuatro años en Alfamén, pero no hubo mucho que hacer y regresaron a Zaragoza. Entretanto la beata pudo emplearse en un taller y en una fábrica de calzado, recibiendo la estima de todos por sus muchos valores.
Poco a poco, sin diagnóstico certero, fue viendo invadido su cuerpo de quistes de notable tamaño. Y en 1926 nueva fatalidad tocó su puerta; se cayó del tranvía al regresar del trabajo y se fracturó la pelvis. Quizá era respuesta al sentimiento que latía en su interior de amor al sufrimiento, algo frecuentemente inexplicable para muchas personas que lo abordan al margen de la fe, pero bien entendido dentro de la vida santa. De esta lesión sanó después de realizar una novena a la canonizada Laura Vicuña. Pero tres años más tarde se le presentó un compendio de males, a cuales mayores, ante la sorpresa de los médicos que fueron tratándola y que no supieron atribuir cuál era la causa de ellos: ceguera, casi total sordera y una severa parálisis que la mantuvo recluida en su lecho más de una década.
Es sorprendente cómo alguien que yace inmóvil, presa de tantas lesiones, puede convertir una humilde buhardilla de 9 metros cuadrados en una especie de santuario donde late el amor a Dios. Lo consiguió con su fe, aceptación de la voluntad divina, súplica incesante de unir sus sufrimientos a la Pasión redentora de Cristo, y de ardientes ruegos de que no se le hurtaran padecimientos. Ese pobre lugar fue una universidad en la que se aprendía lo que es la donación genuina. Las incesantes visitas que recibía partían conmovidas por su ofrenda, alegría y paz. Los más cercanos supieron por ella el valor que daba a esa vida doliente que gobernaba sus días y sus noches: «Encuentro en este sufrir un amor tan grande hacia nuestro Jesús, que muero y no muero... porque ese amor es el que me hace vivir».
Un grupo cada vez más nutrido se congregaba en torno a su cama. En 1936 iba forjando la «Obra de Jesús» que pondría en marcha con el objeto de «reproducir la vida activa del Señor en la tierra mediante las obras de misericordia». Era una labor que venía efectuando desde el lecho con las numerosas dádivas que le ofrecían. Personas de su confianza, «su rebañico», se implicaban en la tarea de hacerlas llegar a los necesitados: alimentos, ropa, etc. Entretanto, inducía a muchos a la conversión, orientaba en la vida espiritual, vaticinaba hechos y sabía escrutar los corazones, porque también le había sido concedida esa gracia. En ese entorno solo cabía orar y soñar en lo más hermoso: el amor divino. Fue intervenida quirúrgicamente en distintas ocasiones y siempre las afrontó con paciencia y agrado.
El 8 de diciembre de 1939 milagrosamente, tal como se le vaticinó en una visión, recobró por completo la salud. Por lo inaudito del hecho, y dado lo extraordinario del mismo, se efectuaron los trámites pertinentes ante las autoridades eclesiásticas. Fue llamada a juicio, pero no dieron credibilidad a su testimonio ni al de otras personas, incluidos los médicos, y se hizo pública la recusación. Supuso un duro golpe para su fundación. Algunas de las jóvenes integrantes la abandonaron. Sufrió la prohibición de realizar apostolado y se vertieron sobre ella calumnias y juicios malévolos. Ella misma después de haber logrado abrir un fecundo campo apostólico con los pobres, los enfermos y los niños de zonas deprimidas de Madrid, donde fue aprobada su obra, en 1944 tuvo que dejarla instada por las fuertes presiones. Nueve de sus hijas decidieron seguirla. En diciembre de ese año se fracturó una pierna en un accidente de coche yendo hacia San Sebastián; al tiempo se le presentó un tumor maligno. Falleció el 27 de agosto de 1945. Ofreció su vida especialmente por las hermanas que salieron de la obra. Aseveró que ayudaría a todas desde el cielo. Juan Pablo II la beatificó el 4 de noviembre de 2001.