Servicio diario - 19 de agosto de 2016


 

El Papa al Meeting de Rimini: ‘Nunca cansase de ser testimonios del diálogo’
Posted by Sergio Mora on 19 August, 2016



(ZENIT – Roma).- La 37° edición del ‘Meeting para la amistad entre los pueblos’ se ha abierto hoy en la ciudad italiana de Rimini, con el tema: ‘Tú eres un bien para mi’. Un evento organizado cada año por el movimiento Comunión y Liberación, en el que participan varios cientos de miles de personas y que este año fue inaugurado por el presidente italiano, Sergio Matarella.
El papa Francisco con motivo del Meeting, envió a través de su secretario de Estado, el cardenal Pietro Parolin, un mensaje al obispo de Rímini, Mons. Lambiasi.
En el mismo comenta el título de la actual edición: ‘Tu eres siempre un bien para mi’ y lo define “valiente”, porque “es necesario tener coraje para afirmar esto, cuando tantos aspectos de la realidad que nos rodean nos indican lo opuesto”. Porque cuando uno cede a la tentación de “cerrarse en el horizonte pequeño de los propios intereses” los otros se vuelven superfluos “o peor aún, un fastidio, un obstáculo”.
Y recuerda que “desde niños descubrimos la belleza que existe en la relación entre los seres humanos” aprendiendo a respetarlos como hermanos “porque hijos comunes del Padre que está en los cielos”, lo contrario del individualismo, que debilita la capacidad de convivir con los otros.
Denuncia así que delante de las amenazas a la paz y la seguridad de los pueblos, “es una inseguridad existencial la que nos hace tener miedo de los otros”, como delante del cambio de época en la que se vive.
Propone por lo tanto el ejemplo de Jesús, que se refleja en la parábola del hijo pródigo, del publicano Zaqueo y del buen ladrón en la cruz, quienes fueron mirados por Jesús como necesitados del abrazo que salva.
“Hay una palabra que no debemos nunca cansarnos de repetir y sobre todo de dar testimonio: diálogo”, señala el mensaje, porque “abrirnos a los otros nunca empobrece nuestra mirada, pero nos enriquece” también cuando dicen cosas que no compartimos. Porque el desafío “de un verdadero encuentro implica claridad sobre la propia identidad”.
La misiva concluye indicando que “con estos sentimientos, Su Santidad invoca para su excelencia, los organizadores, los participantes y los numerosos voluntarios del Meeting para la Amistad entre los Pueblos, la luz del Espíritu Santo, para que tengan una fecunda experiencia de fe y de comunión fraterna, y mientras pide que recen por él, con placer les envía su bendición apostólica”.


“Es el momento de los laicos”, explica el prefecto del nuevo Dicasterio creado por el Papa
Posted by Deborah Castellano Lubov on 19 August, 2016



(ZENIT – Roma).- En esta época en la cual el laicado católico está en el primer plano hay que promover el matrimonio cristiano. Y la vida tiene que se protegida en todos los niveles y edades. Lo afirma Mons. Kevin Farrell, obispo de Dallas, apenas nombrado por el papa Francisco prefecto del nuevo dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida.

Mons. Kevin Farrell obispo de Dallas y nuevo prefecto del dicasterio Laicos, Familia y Vida (Foto de su blog)
En una entrevista exclusiva concedida hoy a ZENIT, el obispo irlandés indica: “He deseado siempre promover a los laicos y ayudarles para que tengan el debido lugar en la Iglesia”.
El obispo explica sus expectativas y su experiencia en Estados Unidos, y como considera oportuno promover el matrimonio, la familia y la vida. También habla de su experiencia sobre los frutos de los dos últimos sínodos sobre la familia que se realizaron en el Vaticano.
Excelencia, ¿Por qué fue necesario unir laicos y familia en un mismo dicasterio?
— Mons. Farrell: Creo que se quiera coordinar este dicasterio con el espíritu de la Iglesia sobre estos tres diversos aspectos, los cuales tienen que ver con el mismo tema: la vida cotidiana del pueblo de Dios, sean laicos, solteros o casados.
Es igualmente importante que en esta fase histórica nos concentremos fuertemente sobre el matrimonio y la familia. Y por ello creo que el Papa ha convocado dos sínodos sobre estos temas y ha subrayado ‘la alegría del amor’ en su exhortación apostólica Amoris Laetitia.
Este documento es necesario difundirlo no solamente entre los laicos, sino de manera específica en las familias, o sea el lugar en donde generalmente los laicos encuentran su dimensión ideal. Rezo a Dios para que logremos hacer esto y nos empeñaremos en ello.
¿Qué herencia dejan estos dos últimos sínodos?
— Mons. Farrell: Considero que este documento orientará la labor del nuevo dicasterio durante muchos años. Pienso que continuará con el trabajo realizado por los dos pontificios consejos (Laycos y familia ndr.), pero con una nueva visión y una renovada energía.
Mi objetivo será el de entender exactamente lo que cada una de estas diversas secciones hace y con la ayuda de los laicos de todo el mundo evaluar qué puede ser desarrollado mejor y con más eficacia en esta época, pensando a los medios de comunicación social.
De otro lado el papa Francisco sugirió que ha llegado el momento de los laicos…
— Mons. Farrell: Sí, es justamente así. Al mismo tiempo el Santo Padre ha observado que este aspecto aún no es suficientemente relevante en la Iglesia.
¿Cree que con la creación de este dicasterio quien desea una mayor presencia de los laicos estará satisfecho?
— Mons. Farrell: Sobre todo creo sea este el tiempo de los laicos. El papa Francisco quiere promover a los laicos en todos los niveles de la administración de la Iglesia. Todos los órganos consultivos, en el interior de la Iglesia o de la Curia necesitan tener a laicos en roles especializados. Si se leen los estatutos del nuevo dicasterio, por la primera vez se ve que los subsecretarios de cada departamento deberán ser laicos; y los laicos tienen que estar presentes incluso en los órganos consultivos o en los que se ocupan de promove organizaciones internacionales, movimientos, estudios, etc.
Esto nosotros ya lo habíamos hecho en nuestra diócesis de Dallas. Cuando llegué allí recogí todos los datos de los laicos que podían efectivamente realizar alguna labor. Mi deseo ha sido siempre el de promover al laicado para ayudarlo a obtene un espacio adecuado en la Iglesia.
¿Piensa por lo tanto empujar en este sentido?
— Mons. Farrell: Espero emplear mi tiempo para analizar y entender qué es necesario hacer exactamente. Y consultaré a los laicos para implementar todas las actividades que se puedan. Aquí en Estados Unidos las tareas están bien organizadas, pero aún no puedo hablar de la situación en Italia y en los otros países, pero sí que es mi deseo promove el matrimonio y la vida humana a todos los niveles y edades.
¿Se abre ahora un nuevo capítulo de su vida?
— Mons. Farrell: Como se podrá imaginar fue una gran sorpresa para mi el nombramiento, al punto que necesitaré algún tiempo para adaptarme a esta novedad… Estoy seguro que los fieles de Dallas, o al menos muchos de ellos, estarán tristes de perder a su obispo, como sucede en todas las diócesis.
No veo la hora de estar en Roma, amo esta ciudad, he vivido allí casi nueve años y allí está mi hermano Brian, secretario del Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. También esto será una novedad, porque como sacerdotes nunca nos sucedió tener que trabajar en la misma ciudad o país. Así están las cosas …


Siria, el nuncio Zenari denuncia el sufrimiento, en particular de los niños
Posted by Redaccion on 19 August, 2016



(ZENIT – Roma).- En Siria, la situación se está volviendo “cada vez más grave”, y “no se ve el final del túnel”. Es más, en las últimas semanas se ha asistido a una “escalada de la violencia” que ha exacerbado aún más los términos del conflicto.
Lo declaró el nuncio apostólico en Damasco, Mons. Mario Zenari, en declaraciones a la agencia Asia News, en las que confirma las múltiples señales de alarma que llegan del país árabe, devastado por “cinco años y medio de un conflicto sangriento”. “Se aguarda siempre llegar a ver el fin de la violencia -agrega el prelado- pero por el contrario, lo que surge es una intensificación de la guerra”.
El enviado especial de la ONU para Siria, el italiano Staffan de Mistura, ha confirmado la suspensión de las actividades humanitarias de la task force de las Naciones Unidas, a causa de los continuos bombardeos que obstaculizan la distribución de ayuda. Él ha renovado el reclamo por una tregua de al menos 48 horas, sobre todo en Alepo convertida en epicentro del conflicto.
Y mientras en Siria está surgiendo un nuevo eje –Moscú, Teherán, Beijing– en las últimas horas, se ha vuelto símbolo del conflicto sirio la imagen de un niño de tan cinco años, llamado Omran Daqneesh, que apareció en un video filmado en Alepo. Sus ojos son el símbolo del conflicto.
“Continuamos haciendo llamamientos por la paz, por el fin de la violencia –concluye el prelado–, pero éstos caen en saco roto, y nos sentimos impotentes ante los oídos sordos de muchos. Sin embargo, es importante continuar relatando los sufrimientos” de un país y de un pueblo atormentando “por cinco años y medio de guerra”.


Austria: rock, oración y confesionarios en el festival “Key2Life”
Posted by Sergio Mora on 19 August, 2016



(ZENIT – Roma).- Miles de jóvenes se encuentran reunidos en Austria desde este jueves hasta el próximo domingo, en el festival de música rock de inspiración católica “Key2Life”. La edición 2016 cuenta con la participación de 15 bandas juveniles provenientes de diversos países del mundo.
Y este año además de la música, el festival contará con momentos matutinos de oración organizados por los monjes dominicanos de la comunidad de San Juan. Además durante el día, habrá siempre sacerdotes en los confesionarios para conversar con los jóvenes y administrar el sacramento de la reconciliación.
El festival inició en el 2003 por iniciativa de la pastoral juvenil de la arquidiócesis de Viena, siguiendo la idea lanzada por la revista juvenil católica “You!”. El primer concierto organizado por el vicariato fue en el Stephansplatz, y contó con la presencia de miles de jóvenes.
Para participar en el festival es necesario comprar boletos, con un costo de 12 a 30 euros, como indica la página web que contiene el programa, la lista de los grupos que participan y las informaciones útiles necesarias.
El evento contará con un programa que contempla servicios, laboratorios y encuentros, así como estructuras que mientras se esperan los conciertos ayudará a los jóvenes para que puedan conocerse y hacerse amigos, como salas de té, los gimnasios y campos para deportes varios.
Estará abierta también la sala parroquial del convento de San Juan, con su ‘Jakob academi‘, donde se realizarán debates organizados por los movimientos juveniles de la Conferencia episcopal austríaca.
Entre las 15 bandas que participan este año, figuran la Kutless, Christafari, Transform Dj. que llegan desde Estados Unidos. De Alemania están los grupos de Michael Patrick (“Paddy”) Kelly, Soundbar, Good Weather Forecast y Privileg Band; e Inglaterra cuenta con la Twelve24. Los grupos de Austria, claramente son los más numerosos: Cardiac Move, Solarjet, Crossing Flow, Elto y Ave.
Una iniciativa de la arquidiócesis del cardenal Christoph Schonborn, que se presenta como una ocasión claramente no convencional para acercar a los jóvenes a la espiritualidad.


Puerta y banquete
Posted by Enrique Díaz Díaz on 19 August, 2016



Isaías 66, 18-21: “Traerán de todos los países a los hermanos de ustedes”
Salmo 116: “Vayan por todo el mundo y prediquen el Evangelio”
Hebreos 12, 5-7. 11-13: “El Señor corrige a los que ama”
San Lucas 13, 22-30: “Vendrán del oriente y del poniente y participarán en el banquete del Reino de Dios”
Con mucho enojo reclama Doña Juanita a su hijo que se adormece entre las teclas y funciones de su celular: “¡El mundo virtual no es la realidad! No se consiguen las cosas con apretar un botón. Tienes que sobarte el lomo para alcanzar lo que quieres. Ya ponte a trabajar. Ya ponte a hacer algo”. ¡Qué difícil contraste! A la juventud se le presenta un mundo de oportunidades, de bienes conseguidos por el pequeño toque de un dedo, se les promete el éxito con tan sólo un pequeñisimo esfuerzo… y la realidad exige dedicación, esfuerzo, constancia y generosidad. Ni se aprende un idioma en quince días, ni se consigue salud con hierbas milagrosas, ni se alcanza el éxito con puros sueños. Incluso las religiones ofrecen salvación con mínimos requisitos. Mientras el mundo nos presenta una gama de placeres, oportunidades y facilidades… la realidad se torna cada día más crítica y nos exige mayor entrega.
Jesús promete felicidad pero de un modo muy diferente. Precisamente cuando Él va camino de Jerusalén donde será crucificado, donde entregará su vida, nos pone en guardia para no hacernos la ilusión de una religión cómoda y a nuestro modo. A aquellos judíos que preocupados le preguntan sobre el número de los que se salvan, Jesús les responde no sobre el número sino sobre el cómo se salvan. Advierte que la salvación no es algo mecánico que se obtenga automáticamente. No basta para salvarse el hecho de pertenecer a determinado pueblo, a determinada raza, tradición o institución, así sea el pueblo elegido del que proviene el Salvador. “Hemos comido y bebido contigo, y tú enseñaste en nuestras plazas… No sé de dónde son ustedes”, escuchamos en el relato de Lucas. Es evidente que quienes hablan y reivindican privilegios son los judíos; pero no podemos ingenuamente pensar que Jesús se refiere exclusivamente a los judíos de su tiempo. Debemos hacer actual el relato de Lucas: estamos ahora en un contexto de Iglesia; aquí oímos a cristianos que presentan el mismo tipo de pretensiones: “Profetizamos en tu nombre, hicimos milagros”, “Te prendimos una veladora”, “Alguna vez asistí a misa”, “Tenemos una tía monja”… pero la respuesta del Señor es la misma: ¡no los conozco, apártense de Mí todos los que hacen el mal!”. Por lo tanto, para salvarse no basta el simple hecho de haber conocido a Jesús y pertenecer a la Iglesia; hace falta otra cosa. Y creo que no será solamente “no hacer el mal”, sino precisamente buscar hacer el bien al estilo de Jesús.
Las comparaciones de Jesús nos descubren la verdadera felicidad en torno a una mesa, en la alegría de una cena, en la abundancia de un banquete. La alegría de estar todos juntos nos conduce a participar de un alimento común, a compartir lo que verdaderamente somos. El símbolo del Reino aparece como un banquete, lugar de encuentro y comunión. El banquete es una forma de expresar que el Reino es plenitud, satisfacción, festín, gozo, solidaridad y hermandad. Se nos ofrece, estamos invitados, pero es preciso entrar. Es un regalo que debe ser acogido. Todo lo contrario a lo que hoy nos invita nuestro mundo: el egoísmo, el placer solitario, la abundancia individual que deja en la pobreza y en la miseria a los hermanos. No es una comida rápida, donde se llena el estómago pero se queda vacío el espíritu porque se ha vivido egoístamente.
Invitación y compromiso, regalo y servicio, son los dos polos en los cuales se mueve la realidad del Reino. La pertenencia al pueblo de Dios no es un privilegio para nosotros, sino un servicio para los demás. Es una invitación universal. Los “pases” de entrada a este banquete no son basados en privilegios, sino en la respuesta a la vivencia interior del mensaje de Jesús. La selección frente a la puerta estrecha del banquete, no consistirá en títulos y apariencias, sino se escogerá a quien haya respondido con sinceridad y a quien haya practicado la justicia. Sólo cuando se ha abierto el corazón a los demás se puede participar plenamente del Reino. Es todo lo contrario a lo que está sucediendo en nuestros tiempos: unos pocos comen en abundancia y acaparan todos los bienes, mientras millones se quedan fuera comiendo migajas.
Es necesario acoger el mensaje del Reino y vivir sus profundas exigencias de conversión. Jesús se imagina una muchedumbre agolpada frente a una puerta estrecha, pero no se trata de dar codazos, pisar a los otros para entrar. Se requiere un esfuerzo para entrar; pero no consiste en aquel rigorismo estrecho de los fariseos que se queda en la superficialidad: Jesús llama a la radicalidad de una conversión, nos invita a cambiar el corazón y a esforzarnos por vivir una vida nueva, dando primacía absoluta a Dios y a los hermanos. Esta conversión no es teórica, sino una decisión que trastoca nuestro modo de actuar y nos exige una nueva conducta y un modo nuevo de relacionarnos con Dios, con las cosas y con los hermanos.
Quizás en la Iglesia, sin darnos cuenta, hemos provocado una actitud que busca ganar el Reino con un camino seguro de rezos, indulgencias y privilegios. Hemos dado la impresión de ganar mágicamente el cielo. Es hora de regresar a la raíz del Evangelio: aceptación plena de Jesús y de su camino. No basta pertenecer al pueblo de Dios por el Bautismo y hacer unas cuantas prácticas. No basta haber escuchado la Palabra o incluso haberla enseñado; se requiere un testimonio coherente y unas entrañas de misericordia, se requiere dejarnos penetrar por el Espíritu de Jesús y desde nuestro interior transformar toda nuestra vida. Se requiere reconocer a todos los hombres y mujeres como hermanos y compartir la vida, el servicio y los bienes con ellos como lo hizo Jesús.
La puerta para entrar al Reino de los Cielos es el corazón de los pobres. ¿Hemos entrado en su corazón? ¿Han entrado los pobres en nuestro corazón?
Padre bueno, tú has dispuesto bondadosamente una mesa para todos, abre nuestros corazones y nuestras manos para que podamos acoger con generosidad a nuestros hermanos en la mesa de la fraternidad. Amén


San Bernardo de Claraval – 20 de agosto
Posted by Isabel Orellana Vilches on 19 August, 2016



(ZENIT – Madrid).- Nació en el castillo de Fontaines-lès-Dijon, Francia, en 1090. Cómo sería la fe de sus padres, Tescelin y Alicia, y el legado que dieron a todos sus hijos, que en cuanto pudieron cuatro de ellos siguieron a Bernardo en la vida religiosa. Como al pequeño Nivardo lo dejaron al cuidado del padre, ya que la madre había muerto, se rebeló religiosamente y logró que le permitieran seguir el mismo camino emprendido por los demás. La hermana se ocupó de atender al padre temporalmente, y profesó cuando su progenitor y su esposo ingresaron en el convento. Este excepcional modelo de familia ha sido inmortalizado por el padre M. Raymond en La familia que alcanzó a Cristo.
Bernardo recibió una extraordinaria formación en la escuela de Châtillon-sur-Seine que hizo de él un experto en el arte de la dialéctica y de la retórica. Era impetuoso, alegre, inteligente, con una personalidad impactante que no dejaba a nadie indiferente y que le causó ciertos problemas. En un momento dado combatió inclinaciones de la carne de forma drástica sumergiéndose en el hielo. Hastiado del entorno en el que se movía, porque no le llevaba a buen puerto, vio que le sumía en el vacío. Le faltaba enamorarse de Cristo para poder encauzar el enorme caudal que tenía dentro. Y eso lo halló en la vida monástica a la que llegó a los 23 años tras una aparición que tuvo en el templo, en medio de una celebración litúrgica navideña. María le hizo entrega de su divino Hijo y sintió que debía amarlo y difundir ese amor a Él de forma incesante.
Solicitó su admisión en el Císter y san Esteban Harding le acogió con los brazos abiertos. Después comunicó la noticia a la familia. La enérgica reacción de los suyos fue disuadirle de este empeño. Sin embargo, su vocación y celo apostólicos estaban tan arraigados dentro de sí que al oírle narrar las bendiciones y belleza de la consagración, sus hermanos partieron junto a él como después haría el resto de la familia, además de numerosos jóvenes del entorno que le siguieron plenamente convencidos de la bondad del ideal que tan encendidamente les dio a conocer. Ya en el monasterio, su magnetismo, unido a su virtud, seguiría atrayendo incontables vocaciones a la santidad.
Su liderazgo era incuestionable. Designado superior con 25 años, junto a tres religiosos fundó Claraval por indicación de Esteban que pudo juzgar conveniente diseminar en otros monasterios a la familia Fontaines, que engrosaba notablemente la comunidad. Sea como fuere, los monjes se incrementaron. Nada menos que casi un millar profesaron como fruto de la acción apostólica de Bernardo. Los cimientos de Claraval, del que fue abad hasta el fin de sus días, no estuvieron exentos de dificultades. El santo perseguía la austeridad en la regla y llevó personalmente sus mortificaciones a un punto tal que afectó a su salud y el abad tuvo que mediar para que la mitigara. Fue un hombre de intensa oración, y estudio, que supo encarnar estos pilares de la vida monástica junto a la pobreza y el silencio difundidos con firmeza y caridad evangélicas frente a la relajación que advirtió en Cluny.
Al tiempo que promovía vocaciones al monacato, extendiendo el Cister por Europa con la apertura de casi setenta monasterios, intervino en cuestiones eclesiales de gran alcance, solventando problemas surgidos en torno a los poderes civiles y eclesiásticos. Durante el cisma de Anacleto II defendió con vehemencia y rigor al pontífice Inocencio II en contra de Pedro Abelardo, al que refutó en sus errores. Encomiable fue su labor como predicador de la Segunda Cruzada de la que fue uno de sus promotores. Insigne propagador del culto mariano, es sobradamente conocido su amor a María, a la que dedicó las últimas estrofas de la Salve: «Oh clemente, oh piadosa, oh dulce Maria», y el «Acuérdate», devoción que se trasluce en su mariología. Estaba convencido de que se llega al Hijo a través de la Madre: «per Mariam ad Iesum». Contribuyó a enriquecer el canto gregoriano, combatió a los cátaros y fue defensor de los judíos.
No gozó de buena salud porque sus prácticas y rigores en la mortificación la minaron prontamente, especialmente su aparato digestivo. Pero recorrió Europa, fue exitoso árbitro en la resolución de conflictos, redactó centenares de sermones en los que se constata su visión cristológica y mariológica; bebía de las genuinas fuentes de la tradición apostólica y el magisterio eclesial. Autor de una ingente correspondencia –algunas de sus cartas son memorables como las que envió al abad de Cluny, Pedro el Venerable–, además de opúsculos, tratados diversos de gran hondura teológica y sesgo antropológico que ponen de relieve su profunda vida mística con la que el lector se siente verdaderamente ungido y llamado a gustar del amor divino. A él se debe el texto De Consideratione, obra dirigida a los pontífices que escribió a petición de Eugenio III, que se había formado bajo su tutela en Claraval durante unos años.
La presencia de Jesús Nazareno en sus trabajos no era simple teoría. Estaba convencido, y así lo defendía porque era vivencia personal, de que quien experimentaba el amor de Dios era el que verdaderamente le conocía. Para él Jesús era «miel en la boca, cántico en el oído, júbilo en el corazón». De ahí el título que se le ha otorgado como Doctor melífluo, además de englobarse en él sus dotes de oratoria y la paz en la que envolvía a todos con sus palabras. Recibió el don de milagros. Sus hermanos hubiesen querido que suplicara la gracia de dilatar su vida, pero él respondió: «Mi gran deseo es ir a ver a Dios y a estar junto a Él. Pero el amor hacia mis discípulos me mueve a querer seguir ayudándolos. Que el Señor Dios haga lo que a Él mejor le parezca». Murió en Claraval el 20 de agosto de 1153. Alejandro III lo canonizó el 18 de junio de 1174, y fue declarado doctor de la Iglesia por Pío VIII en 1830.