VER
Yendo hacia Palenque, en visita a las comunidades, quise
pasar nuevamente a las Cascadas de Agua Azul y de Misholhá,
para admirar y gozar la belleza, la grandiosidad, los colores
del agua, entre verde y azul, la armonía y serenidad de esos
espectaculares regalos de Dios. Lo mismo podríamos de decir de
los lagos de Monte Bello, el Chiflón, o Velo de Novia, y
muchos más, así como las variadas zonas arqueológicas. Celebré
una Misa con confirmaciones entre árboles y el frescor de la
brisa, que nos trasladaban casi al paraíso. Eso es Chiapas, a
pesar de su pobreza y marginación. Hay muchísimo turismo que
viene a conocer y a disfrutar estas maravillas.
En contraste, rebasamos algunos trailers que cargaban
enormes cantidades de madera, extraída obviamente de nuestras
montañas, no sé si con la debida autorización oficial.
Detuvieron nuestro viaje unos campesinos que, con motosierra,
estaban tirando árboles sobre la carretera, me parece que con
la intención de sembrar maíz. A consecuencia de acciones
similares, hay varios tramos junto a las carreteras a Tuxtla
Gutiérrez y Comitán, en que sólo quedan piedras, donde antes
había frondosos árboles. Los tiraron para sembrar y comer,
pero la lluvia se fue llevando la tierra que los árboles
habían producido, por años, entre las piedras, y ahora ya nada
se produce; quedan sólo piedras y nadie se preocupa por volver
a sembrar árboles. Nos vamos desertificando y la corrupción no
se detiene.
PENSAR
El Papa Francisco, en su carta encíclica Laudato si, sobre
el cuidado de la casa común, dice: “Después de un tiempo de
confianza irracional en el progreso y en la capacidad humana,
una parte de la sociedad está entrando en una etapa de mayor
conciencia. Se advierte una creciente sensibilidad con
respecto al ambiente y al cuidado de la naturaleza, y crece
una sincera y dolorosa preocupación por lo que está ocurriendo
con nuestro planeta”. Y nos invita a “atrevernos a convertir
en sufrimiento personal lo que le pasa al mundo, y así
reconocer cuál es la contribución que cada uno puede aportar”
(No. 19).
“Todavía no se ha logrado adoptar un modelo circular de
producción que asegure recursos para todos y para las
generaciones futuras, y que supone limitar al máximo el uso de
los recursos no renovables, moderar el consumo, maximizar la
eficiencia del aprovechamiento, reutilizar y reciclar” (No.
22).
“Hay un consenso científico muy consistente que indica que
nos encontramos ante un preocupante calentamiento del sistema
climático. También ha incidido el aumento en la práctica del
cambio de usos del suelo, principalmente la deforestación para
agricultura. La humanidad está llamada a tomar conciencia de
la necesidad de realizar cambios de estilos de vida, de
producción y de consumo, para combatir este calentamiento o,
al menos, las causas humanas que lo producen o acentúan” (No.
23).
“Los peores impactos probablemente recaerán en las próximas
décadas sobre los países en desarrollo. Muchos pobres viven en
lugares particularmente afectados por fenómenos relacionados
con el calentamiento, y sus medios de subsistencia dependen
fuertemente de las reservas naturales y de los servicios
ecosistémicos, como la agricultura, la pesca y los recursos
forestales… Se ven obligados a migrar con gran incertidumbre
por el futuro de sus vidas y de sus hijos. Es trágico el
aumento de los migrantes huyendo de la miseria empeorada por
la degradación ambiental” (No. 25).
ACTUAR
¿Qué podemos hacer tú y yo? Ante todo, tomar conciencia de
que este problema no sólo nos afecta, sino que debemos hacer
algo para revertirlo.
En mi pueblo, hay un manantial que surte de agua a la
comunidad, rodeado de árboles. Hace años, alguien tiró árboles
para sembrar maíz, y el manantial se secó; sembraron
nuevamente árboles, y el manantial sigue fluyendo vida para
todos. El pueblo salva al pueblo, cuando es consciente y se
organiza para cuidar su propia vida.
Ojalá nuestras comunidades sean conscientes, se organicen,
impidan la deforestación y siembren más árboles, que son
fuente de vida para todos. No esperen que todo lo haga el
gobierno.