De Pili y Mili a Lucía y Teresa

Pili y Mili fueron una pareja artístico cómica de cine española compuesta por las hermanas gemelas Aurora y Pilar Bayona. Protagonizaron diez películas y fueron famosas, allá por los años 60 del siglo pasado, en España, México, Argentina e incluso Italia.

Lucía y Teresa son una pareja de monjas de clausura -sí, clausura- que se han hecho famosas en España y -aunque menos- allende los mares, por aparecer en multitud de programas de televisión, conferencias, congresos, etc.

A diferencia de las cómicas, las monjas suelen hacer cada una la guerra por su cuenta, aunque en alguna ocasión se les ha visto juntas. Pero, sin duda, tienen muchas cosas en común. No hay más que leer las noticias que tenemos de ellas en InfoCatólica. Valgan estos ejemplos -hay más-:

Sor Lucía Caram llama talibán a Mons. Reig Pla y defiende la despenalización del aborto

Sor Lucía Caram pide a la Iglesia no meterse en la decisión de quienes abortan y bendecir cualquier tipo de amor

Sor Teresa Forcades justifica el aborto y afirma que le gustaría que la pastilla del día después estuviera al alcance de todas las mujeres

Teresa Forcades defiende el matrimonio homosexual desde su teología

Además de su condición de proabortistas y pro “matrimonio” homosexual, comparten otra pasión: la independencia de Cataluña. Vean:

Sor Lucía Caram se declara a favor de la independencia catalana «sin paliativos»

Sor Teresa Forcades da el salto a la política

En el caso de Sor Lucía, ese independentismo es ciertamente peculiar, dada su condición de argentina. Sor Teresa al menos es catalana. No es que un argentino que lleva muchos años en este país llamado España no pueda estar a favor de la secesión de Cataluña, pero entenderán que digamos que la situación es un tanto llamativa. Como llamativo es ver a una monja de clausura hablando de fútbol, cual si fuera integrante de los Boixos Nois. 

El caso es que Sor Teresa le ha cogido tanto gusto a eso de la política, que lo mismo nos hace el favor de abandonar, ella sola, la vida religiosa, aunque solo sea temporalmente. Quién sabe si Dios nos concede la merced de que tenga éxito en semejante empeño y se quede ya para siempre en ese mundillo, donde sin duda hará las veces de un Pablo Iglesias a la catalana.

Lo de Sor Lucía es diferente. Aparte de sus tesis contrarias al Magisterio de la Iglesia, anda metida en una labor social de la que, en principio, nada cabe reprocharla, salvo el hecho de que no parece entender que el carisma de las dominicas de clausura no casa bien con el hecho de ser la niña en el bautizo, la novia en la boda y la muerta en el entierro. Pero al fin y al cabo, ella escribió un libro titulado “Mi claustro es el mundo”. Esto dijo en una entrevista a Religión Digital:

«Mi claustro no son los límites del monasterio, sino también el mundo. Reconozco que es un caso atípico, por eso tengo una vida muy activa. Pero gracias a mi comunidad y a mi estilo de vida, tengo también mucho tiempo de contemplación y de estudio».

Anda Sor Lucía muy indignada porque se compare su caso al de Sor Teresa, y denuncia una campaña de persecución por parte del gobierno -no tiene otra cosa que hacer Rajoy- y por grupos ultra “que han organizado una campaña de cartas contra mí y que han hecho llegar a Roma". ¿Qué entiende por grupos ultra una monja capaz de llamar talibán a uno de los obispos españoles que más se caracterizan por defender el derecho a la vida y la familia? Saquen ustedes sus conclusiones. Y ojo, que la religiosa dominica ya ha pedido ser recibida por el Papa, seguramente para contarle su particular visión de las cosas. Bien haría aquel que recomendara al Santo Padre hablar de ella con los obispos españoles.

Lo cierto es que, tanto si le gusta a la religiosa argentina como si no, Sor Lucía Caram y Sor Teresa Forcades llevan años siendo un escándalo sin resolver para la Iglesia en España, especialmente en Cataluña. Lo cierto es que son muchos los obispos -no grupos ultras- que se han quejado a Roma desde hace años. Las quejas, hasta el momento, han caído en saco roto. Lo cierto es que son usadas por los medios de comunicación más anticlericales de este país para dar la idea de que se puede ser monja y estar a favor de la despenalización del aborto, de las uniones homosexuales y del resto de típicos tópicos del progresismo eclesial. Y lo cierto es que son muchos fieles los que no entienden que la Iglesia no haya hecho prácticamente nada para impedir tal cosa. ¿Se hará ahora? Permítanme que sea algo escéptico al respecto. Si fueran tradicionalistas, si quisieran celebrar la liturgia según el rito extraordinario, si formaran parte además de congregaciones con multitud de novicias encaminadas por ese tipo de espiritualidad católica, quizás sí se les habría intentado cortar las alas.

 

Luis Fernando Pérez Bustamante