5.11.12

Cardenal Kurt Koch en el Sínodo General de la Iglesia Luterana Unida de Alemania (VELKD)

El Presidente del Consejo Pontificio para la Unidad de los Cristianos, Cardenal Koch, sigue haciendo «ecumenismo» del bueno: decir la verdad. Con caridad, pero la verdad.

El Cardenal está comisionado, como no podría ser menos, en los preparativos para el V Centenario de la Reforma. En junio fue muy claro: «no podemos celebrar un pecado, los acontecimientos que dividen a la Iglesia no pueden ser llamados un día de fiesta», a todo lo que accedió el cardenal es a clasificar la efeméride como un día que hay que recordar, pero no celebrar. Las reacciones no fueron especialmente acogedoras.

El día 2 de diciembre participaba en el Sínodo General de la Iglesia Luterana Unida de Alemania (VELKD), que está al cargo de los preparativos de los 500 años en 2017. Allí, delante de los «reformados», fue igual de claro:

La separación de las iglesias protestantes de la Iglesia no es una expresión de éxito, sino el fracaso de la Reforma. Los reformadores no querían nuevas iglesias, más bien la reforma de la Iglesia Católica.

Apostilló que «el verdadero éxito de la reforma sólo podría venir de superar las divisiones en una nueva unidad de los cristianos» y para que no queden dudas concluyó planteando que esa era la cuestión fundamental con los interlocutores ecuménicos: «considerar la Reforma como una ruptura con la tradición universal (católica) o en continuidad con la tradición».

Este punto me ha parecido especialmente relevante, porque en el abstruso lenguaje ecuménico vuelve a poner negro sobre blanco la noción básica del ecumenismo: no es una «unidad en una ‘iglesia’ que abarque a todas y superior a ellas» (por decirlo llanamente), es la unidad en la Iglesia Católica. Para que no quedasen dudas el Cardenal Koch mencionó el ministerio episcopal como la sucesión apostólica, elemento clave de eclesiología del que se derivan otros aspectos y del que espera «una declaración conjunta en los próximos 30 años».

En la réplica el obispo luterano Heinrich Bedford-Strohm (Munich) le preguntó si no pensaba que la Iglesia debería también reformarse en su camino hacia la unidad. Aquí la respuesta fue una «larga cambiada» remitiendo sutilmente al punto anterior: «era necesario reflexionar juntos sobre la base de la iglesia apostólica primitiva». Según el Cardenal este camino ya se inició hace más de 50 años.

Terminaron las sesiones con propuestas para que la Iglesia y la Federación Luterana Mundial promoviesen el ecumenismo con las iglesias pentecostales, tan activas en Sudamérica. No es de extrañar ese interés, el Secretario General de la FLM es el chileno Martin Junge.