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El mundo visto desde Roma

Servicio diario - 28 de febrero de 2011

Beatificación de Juan Pablo II

Para Juan Pablo II, la primera tarea de un papa era rezar

Santa Sede

La Iglesia puede ofrecer una preciosa contribución a la UE

La Iglesia debe hablar el “nuevo lenguaje” de la comunicación, afirma el Papa

Benedicto XVI: “el aborto no resuelve nada”

El Papa pide que se rece en marzo por un mayor reconocimiento de la mujer

El Papa nombra nuevos miembros de la Comisión para América Latina

Jornadas Mundiales de la Juventud

Cardenal Rouco: “los jóvenes de hoy necesitan a Cristo con urgencia”

Mundo

Panamá: la Iglesia llama a la calma ante el conflicto minero

Nicaragua: La Iglesia critica duramente la candidatura de Ortega a la reelección

India: una escuela católica ha sufrido un ataque en el estado del Karnataka

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Precios para peregrinos españoles a la beatificación de Juan Pablo II

Documentación

Discurso del Papa al Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales

Discurso del Papa a los miembros de la Academia Pontificia para la Vida

Discurso del cardenal Rouco ante la próxima JMJ 2011


Beatificación de Juan Pablo II


Para Juan Pablo II, la primera tarea de un papa era rezar
Habla el postulador de su causa de beatificación
ROMA, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El proceso de beatificación de Juan Pablo II ha sido “una confirmación de la transparencia total de su vida como hombre y sacerdote”, asegura monseñor Slawomir Oder, postulador de la causa de Karol Wojtyla, que será elevado a los altares el 1 de mayo.

Así lo explicó en la conferencia que pronunció el 25 de febrero en Roma, en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, aclarando que “no había un Wojtyla público y uno privado: la opinión sobre él que el mundo maduró en sus más de 26 años de pontificado se ha demostrado verdadera”.

Por tanto, “su simpatía, el fervor de la oración, la espontaneidad al hablar de sí mismo, la capacidad para entablar relaciones, no eran simples atributos de una imagen mediática, sino que constituían la esencia de su persona”.

Más bien, el “verdadero tesoro” del proceso consiste en “la confiración de la fuente de su coherencia, energía, entusiasmo, profundidad y naturaleza”: “el encuentro con Dios, su enamoramiento de Cristo y saberse amado por Él”.

“Tratan de comprenderme desde afuera --decía en confidencia en una ocasión Woityla--, pero yo sólo puedo ser comprendido desde dentro”. De ahí “ese auténtico don y gusto y alegría de la oración”, al que Wojtyla “permaneció siempre fiel, hasta en la hora de su agonía”. Una oración que constituía “el aire que respiraba, el agua que bebía, el alimento que le nutría”. Como resulta de muchos testimonios, para Juan Pablo II “la primera tarea del Papa hacia la Iglesia y el mundo es la de rezar”.

“El recorrido místico de Wojtyla – explicó Oder – se perfiló como un progresivo hacer de sí mismo un anawim, el ‘pobre de Israel’ que no tiene otra esperanza y otro punto de referencia sino Dios”.

“Es desde la oración – añadió Oder – de donde nacía la fecundidad de su actuar”. No es casualidad, cuando a los colaboradores, a quienes pedía que le sugiriesen soluciones a problemas particulares, admitían no haberlas encontrado, les solía repetir: “se encontrarán cuando hayamos rezado más”.

De la oración nacía también “la capacidad de decir la verdad sin miedo, porque sólo quien está ante Dios no tiene miedo de los hombres”.

Una extraordinaria libertad interior que se expresaba, ante todo, en la relación con los bienes materiales. “También como Papa – afirmó Oder – él fue un hombre de pobreza radical”.

“Conmueve – contó el sacerdote polaco – el testimonio de las personas cercanas a él en Cracovia que para hacerle renovar el guardarropa debían recurrir a la estratagema de lavar la ropa nueva muchas veces para que pareciera usada, porque sabían que de lo contrario los habría dado en seguida a una persona necesitada”.

Con todo, uno de los aspectos más impactantes de su elección de la pobreza, según Oder, es “haber dejado la palabra poética para acoger al Verbo”, superando, con la elección del sacerdocio, “la atracción que ejercía sobre él otra vocación, la del teatro”.

La libertad interior se ejercitaba también hacia los demás, y aunque “sabía escuchar y aceptar la crítica, prefiriendo la colaboración”, con todo “no renunciaba a tomar posiciones difíciles e incómodas” por temor “de las reacciones de las autoridades hostiles a la Iglesia en los años en Polonia”, o por “la incomprensión de la opinión pública predominante en los años de su pontificado”.

Su objetivo, de hecho, no era “su propio éxito o su realización autonoma” sino “anunciar la verdad del Evangelio y defender la verdad sobre el hombre”. De esta libertad fundada sobre la relación con Dios “nace el grito 'no tengáis miedo', inicio y lema de su pontificado”.

Quizás precisamente la búsqueda de la cercanía a cada hombre “en el deseo de ser solidario con sus alegrías y sus dolores, de buscar y vivir la verdad del ser hombre” hizo a Wojtyla “tan querido y amado por el pueblo de Dios”. Se ha comprobado, según Oder, “un fenómeno singular: Wojtyla, que perdió muy pronto a su familia natural, tenía un fuerte sentido de la familia, sabía dar calor humano”.

Como atestiguan las cartas que siguen llegando a la oficina del postulador y que se refieren a Juan Pablo II como “nuestro Papa, Lolek, Karol, tío, abuelo, padre”. Un fenómeno que no se limita a los católicos: “en un encuentro ocasional – contó Oder – una mujer judía me dijo que había perdido a su padre dos veces; la primera cuando se le murió su padre natural, y la segunda con la muerte de Juan Pablo II”.

No debe olvidarse otro rasgo esencial de la personalidad de Wojtyla: “la presencia de la cruz en su vida, llevada con dignidad y, al final, en un silencio que hablaba más que la palabra” reivindicando “el derecho a la existencia que la sociedad de lo efímero esconde con vergüenza”.

“Millones de personas en el mundo – recordó Oder – conservan en la memoria la imagen transmitida por la TV, del Papa de espaldas en su capilla privada, abrazado a la cruz durante la celebración del Viernes santo”.

“Estoy convencido – afirmó Oder – de que celebrar el proceso ha sido útil”. Lejos de ser “un burocrátivo examen de una existencia”, permitió en cambio “restituir intensidad y vigor a los aspectos ya conocidos de las vicisitudes humanas del Papa Wojtyla, junto a los episodios inéditos ofrecidos al poner todo en común”.

Si “el objetivo de la Iglesia, como afirmaba Wojtyla, es llevar el mayor número de personas a la santidad”, el pueblo de los devotos “no tiene dudas – concluyó Oder – sobre la singularidad de su ejemplom llevado hasta el sacrificio extremo”.

Por Chiara Santomiero

 


 

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Santa Sede


La Iglesia puede ofrecer una preciosa contribución a la UE
El Papa recibió al presidente del Parlamento Europeo, Buzek
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- La contribución que la Iglesia puede ofrecer a la Unión Europea fue uno de los temas principales de la audiencia que el Papa Benedicto XVI concedió este lunes al presidente del Parlamento Europeo, Jerzy Buzek.

A continuación Buzek encontró al cardenal Tarcisio Bertone, secretario de Estado, acompañado por monseñor Dominique Mamberti, secretario para las Relaciones con los Estados.

Una nota del Vaticano emitida al finalizar el encuentro explica que los coloquios “se realizaron en un clima de cordialidad” y “permitieron un útil intercambio de opiniones sobre las relaciones entre la Iglesia católica, el parlamento europeo y otras instituciones de Europa, así como la contribución que la Iglesia puede ofrecer a la Unión Europea.

Durante la audiencia, añade el texto, “fue posible detenerse en temas de actualidad como el empeño por la promoción de la libertad religiosa y la tutela de las minorías cristianas en el mundo”.

El sito web del Parlamento Europeo refiere que después de su visita oficial a la Santa Sede, Buzek definió la audiencia de Benedicto XVI como un encuentro “tocante”.

El Papa, subrayó el presidente del Parlamento, es “un hombre de fe y de intelecto”.

“En un momento de cambios dramáticos como éstos” – añadió – Benedicto XVI “ofrece un punto de referencia y una estabilidad a millones de personas en todo el mundo”.

Por lo que se refiere a la situación de África del Norte, una de las realidades más difíciles de estas últimas semanas, el Pontífice y el presidente del Parlamento Europeo concordaron expresar “la esperanza de que las violencias terminen rápidamente e inicie la transición hacia la democracia y la paz”.

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La Iglesia debe hablar el “nuevo lenguaje” de la comunicación, afirma el Papa
Pide descubrir símbolos significativos para las personas de la cultura digital
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Benedicto XVI considera que la Iglesia católica debe aprender y hablar el "nuevo lenguaje" de los medios de comunicación de las redes digitales.

Fue el desafío que dejó este lunes a los participantes en la asamblea plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales que reúne hasta el jueves en el Vaticano a pastores, comunicadores y expertos de la comunicación de los cinco continentes.

"No se trata solamente de expresar el mensaje evangélico en el lenguaje de hoy, sino que hay que tener el valor de replantear de una manera más profunda, como ha sucedido en otras épocas, la relación entre la fe, la vida de la Iglesia y los cambios que el hombre está viviendo", aclaró el pontífice.

El pontífice dejó por tanto al Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales la tarea de profundizar en la "cultura digital", "estimulando y apoyando la reflexión para una mayor conciencia sobre los retos que esperan a la comunidad eclesial y civil".

El obispo de Roma alentó a quienes le escuchaban en "el compromiso de ayudar a cuantos tienen responsabilidad en la Iglesia a ser capaces de entender, interpretar y hablar el 'nuevo lenguaje' de los media en función pastoral, en diálogo con el mundo contemporáneo".

Para ello, según constató, es necesario responder a estas preguntas: "¿Qué desafíos plantea a la fe y a la teología el llamado pensamiento digital? ¿Qué preguntas y requisitos?".

Nuevos símbolos y metáforas

"La cultura digital plantea nuevos desafíos a nuestra capacidad de hablar y de escuchar un lenguaje simbólico que hable de la trascendencia", reconoció.

Jesús mismo, recordó el sucesor del apóstol Pedro, "en el anuncio del Reino supo utilizar elementos de la cultura y del ambiente de su tiempo: el rebaño, los campos, el banquete, las semillas etc.".

"Hoy somos llamados a descubrir, también en la cultura digital, símbolos y metáforas significativas para las personas, que puedan ser de ayuda al hablar del Reino de Dios al hombre contemporáneo", invitó el Papa.

Una comunicación humana

La propuesta del Papa es "promover una comunicación verdaderamente humana", que debe analizar el nuevo fenómeno comunicativo "más allá de todo entusiasmo o escepticismo fácil".

La contribución de los creyentes, aseguró, debe ayudar "al propio mundo de los medios de comunicación, abriendo horizontes de sentido y de valor que la cultura digital no es capaz por sí sola de entrever y de representar".

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Benedicto XVI: “el aborto no resuelve nada”
Audiencia a los participantes a la Asamblea General del PAV
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- En una sociedad caracterizada a menudo por “el eclipse del sentido de la vida”, el Papa Benedicto XVI ha afirmado una vez más que “el aborto no resuelve nada”, sino que crea gravísimos problemas a todas las personas implicadas.

El Pontífice recibió el pasado sábado en audiencia a los participantes a la XVII Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida (PAV), subrayando el “engaño” al que se induce “ la conciencia de muchas mujeres que piensan encontrar en el aborto la solución a las dificultades familiares, económicas, sociales, o a problemas de salud de sus hijos”.

“Especialmente en esta última situación, la mujer es convencida, a menudo por los mismos médicos, de que el aborto representa no sólo una elección moralmente lícita, sino que además es un acto 'terapéutico' necesario para evitar el sufrimiento del niño y de su familia y una carga 'injusta' para la sociedad”, declaró.

“Sobre un trasfondo cultural caracterizado por el eclipse del sentido de la vida, en el que se ha atenuado la percepción común de la gravedad moral del aborto y de otras formas de atentar contra la vida humana, se exige a los médicos una especial fortaleza para continuar afirmando que el aborto no resuelve nada, pero que mata al niño, destruye a la mujer y ciega la conciencia del padre del niño, arruinando a menudo, la vida familiar”.

Este deber, subrayó, no afecta sólo “a la profesión médica o a los profesionales sanitarios”.

De hecho es necesario que “toda la sociedad defienda el derecho a la vida del concebido y el verdadero bien de la mujer, que nunca, bajo ninguna circunstancia, verá cumplido en la elección del aborto”.

Del mismo modo también hace falta “proveer de las ayudas necesarias a las mujeres que lamentablemente, ya han recurrido al aborto, y que ahora experimentan todo el drama moral y existencial”.

En este contexto, el Papa recordó las múltiples iniciativas, “a nivel diocesano o a través de entes individuales de voluntariado”, que ofrecen “apoyo psicológico y espiritual para una recuperación humana completa”.

“La solidaridad de la comunidad cristiana no puede renunciar a este tipo de corresponsabilidad”, afirmó.

Conciencia moral

La cuestión del aborto, prosiguió Benedicto XVI, interpela a la conciencia moral del individuo.

Según el Catecismo de la Iglesia Católica (nº 1778), la conciencia moral es “un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho”.

De hecho, es deber de la conciencia moral “discernir el bien del mal en las diversas situaciones de la existencia, con el fin de que, sobre la base de este juicio, el ser humano pueda libremente orientarse hacia el bien”.

“Cuantos quisieran negar la existencia de la conciencia moral en el hombre, reduciendo su voz al resultado de condicionamientos externos o a un fenómeno puramente emotivo, y es importante afirmar que la calidad moral de la acción humana no es un valor extrínseco o bien opcional y no es ni siquiera un prerrogativa de los cristianos o de los creyentes, sino común en todo ser humano”, indicó el Pontífice.

“En la conciencia moral Dios habla a cada uno y lo invita a defender la vida humana en todo momento. En este vínculo personal con el Creador está la dignidad profunda de la conciencia moral y la razón de su inviolabilidad”.

“Aún cuando el hombre rechaza la verdad y el bien que el Creador le propone, Dios no le abandona, sino que a través de la voz de la conciencia, continúa buscándole y hablándole, para que reconozca su error y se abra a la Misericordia divina capaz de sanar cualquier herida”.

Promover la investigación

Otro importante argumento afrontado en la Asamblea Plenaria de la PAV fue “el uso de bancos de cordón umbilical, para fines clínicos y de investigación”.

Está en juego el valor y por tanto el compromiso de la investigación médico- científica “ no sólo para los investigadores sino para toda la comunidad civil”, y de ello nace el “deber de promocionar las investigaciones éticamente válidas por parte de las instituciones y el valor de la solidaridad de los individuos en la participación en investigaciones dirigidas a promover el bien común”.

En el caso del uso de células madre provenientes del cordón umbilical, reconoció el Pontífice, “se trata de aplicaciones clínicas importantes y de investigaciones prometedoras a nivel científico, pero que para su realización, muchas dependen de la generosidad, en la donación de la sangre del cordón en el momento del parto, por parte de las parturientas”.

Por esto, invitó a los presentes a hacerse “promotores de una verdadera y consciente solidaridad humana y cristiana”.

En este contexto, recordó que “muchos investigadores médicos con razón miran con perplejidad el creciente florecer de bancos privados de almacenamiento de la sangre del cordón para exclusivo uso autólogo”. Opción que “además de carecer de una real superioridad científica respecto a la donación del cordón, debilita el genuino espíritu de solidaridad que debe animar constantemente la búsqueda de ese bien común al que, en última instancia, la ciencia y la investigación médica tienden”.

Por esta razón, concluyó con la esperanza de que los presentes mantengan “siempre vivo el espíritu de auténtico servicio que hace sensibles a los corazones y a las mentes para reconocer las necesidades de los hombres que son nuestros contemporáneos”.
 

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El Papa pide que se rece en marzo por un mayor reconocimiento de la mujer
Intenciones confiadas en marzo al Apostolado de la Oración
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Para el próximo mes de marzo, que comienza mañana, el Papa Benedicto XVI pide a los fieles que recen para que se reconozca el papel de la mujer, así como por los cristianos perseguidos en Asia.

Esta es, de hecho, la propuesta que hace en las intenciones de oración para el tercer mes del año, contenidas en la carta pontificia que ha confiado al Apostolado de la Oración, iniciativa que siguen casi 50 millones de personas en los cinco continentes.

“Para que en todo el mundo sea reconocida adecuadamente la contribución de la mujer al desarrollo de la sociedad”, dice la intención general.

Cada mes, el Pontífice propone también una intención misionera.

La de marzo dice así: “Para que el Espíritu Santo conceda perseverancia a cuantos son discriminados, perseguidos y asesinados por el nombre de Cristo, particularmente en Asia”.

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El Papa nombra nuevos miembros de la Comisión para América Latina
El cardenal Ortega de La Habana y el arzobispo Eterović
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El Papa Benedicto XVI ha llevado a cabo nuevos nombramientos en la Comisión Pontificia para América Latina, según comunicó hoy la Santa Sede.

El Papa ha nombrado consejero de esta Comisión a monseñor Nikola Eterović, arzobispo titular de Cibale y secretario general del Sínodo de los Obispos.

También ha nombrado miembro de la misma Comisión al cardenal Jaime Lucas Ortega y Alamino, arzobispo de San Cristóbal de La Habana (Cuba).

Según la Constitución Apostólica Pastor Bonus, la Comisión Pontificia para América Latina tiene la función de “aconsejar y ayudar a las Iglesias particulares en América Latina: además, estudiar las cuestiones que se refieren a la vida y progreso de dichas Iglesias”.

También le corresponde “favorecer las relaciones entre las instituciones eclesiástica internacionales y nacionales, que trabajan en favor de las regiones de América Latina. y los dicasterios de la Curia Romana”.

Por otro lado, la Santa Sede hizo pública también la dimisión, por motivos de edad, de monseñor Víctor Alejandro Corral Mantilla, obispo de Riobamba (Ecuador). De momento no se ha nombrado un sucesor.

Curia Romana

Otros nombramientos difundidos este lunes tienen que ver con cargos de la Oficina del Fondo de Pensiones y en la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica.

El abogado Stefano Di Pinto ha sido nombrado por el Pontífice Director de la Oficina del Fondo de Pensiones. Di Pinto era hasta ahora Oficial de la misma Oficin.

También ha sido nombrado, para un quinquenio, como director del Área de Control de gestión y procedimientos de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, Stefano Loreti, hasta ahora jefe de la Sección Capo Ordinaria de la misma Administración.

El Papa promovió a jefe de oficina en la Sección Ordinaria de la Administración a Francesco Anastasi, hasta ahora oficial de la Sección extraordinaria, y jefes de oficina en la Sección Extraordinaria a Roberto Carulli y Stefano Lori, hasta ahora oficiales de esta sección.

La tarea de la Oficina de la Administración del Patrimonio de la Sede Apostólica, recuerda la Pastor Bonus, es la de “administrar los bienes que son propiedad de la Santa Sede, destinados a proveer de los fondos necesarios para el cumplimiento de las funciones de la Curia Romana”.

La Oficina tiene dos secciones: la ordinaria “administra los bienes que se le confían, pidiendo, si fuere necesario, el consejo de peritos; trata lo referente al estado jurídico-económico del personal de la Santa Sede, vigila las instituciones sometidas a su dirección administrativa; cuida de que se provea a todo lo que requiere la actividad ordinaria de los dicasterios en orden a cumplir sus finalidades, lleva la contabilidad de las entradas y salidas y elabora el balance del año anterior y el presupuesto del año siguiente”.

La Sección extraordinaria, en cambio, “administra sus propios bienes muebles, y lleva la gestión de los bienes muebles que le encomiendan las demás instituciones de la Santa Sede”.


 

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Jornadas Mundiales de la Juventud


Cardenal Rouco: “los jóvenes de hoy necesitan a Cristo con urgencia”
La Iglesia debe redoblar la evangelización de los jóvenes
MADRID, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El objetivo de la próxima Jornada Mundial de la Juventud Madrid 2011 no tendrá otro objetivo que anunciar a Jesucristo, a quien los jóvenes esperan “sabiéndolo o no”.

Así lo afirmó el cardenal Antonio María Rouco, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, hoy durante el discurso de apertura de la 97ª Asamblea Plenaria de los obispos españoles.

El cardenal Rouco, cuya archidiócesis será la anfitriona de la Jornada Mundial de la Juventud, dedicó su intervención a hablar sobre este próximo evento mundial,el próximo mes de agosto.

El purpurado subrayó la actualidad e importancia de las JMJ para la evangelización de los jóvenes de hoy, a pesar de que los jóvenes de hoy hayan cambiado respecto a los de la época de Juan Pablo II.

La Iglesia, subrayó, “no tiene otra cosa que ofrecer a los jóvenes y a todos los hombres de hoy sino a Jesucristo. No hay salvación fuera de Él. Y ellos la necesitan con urgencia”.

En este sentido, afirmó, la Jornada Mundial de la Juventud “es un instrumento providencial al servicio del empeño misionero de la Iglesia en la evangelización de los jóvenes”.

“La clarividencia apostólica de Juan Pablo II, iluminada por su gran amor a Cristo y a los jóvenes, fue el medio del que se valió la Providencia divina para poner en manos de la Iglesia este nuevo procedimiento evangelizador, tan apropiado para las generaciones jóvenes de los últimos decenios del siglo XX y de comienzos del siglo XXI”.

El programa de la próxima JMJ, afirmó, es “una vez más netamente cristológico, centrado en Jesucristo”.

“A algunos esto les parece una obviedad: centrar la misión juvenil en el anuncio completo de Jesucristo. Ellos buscarían enfoques supuestamente más específicos o más adaptados a las necesidades de los jóvenes”.

Sin embargo, afirmó, “después de dos mil años de evangelización, la Iglesia se encuentra hoy con que Jesucristo sigue siendo muy poco conocido y muy poco amado”.

“Algunos, en los países de vieja cristiandad, secundando ciertos movimientos de apostasía implícita o explícita, se han alejado de la fe. Otros muchos, en los países de tradición cristiana más nueva o incluso apenas existente, nunca han conocido a Jesucristo ni siquiera de un modo elemental”.

La propuesta cristiana, reconoció, “es una oferta a contracorriente porque, en medio de un mundo que sufre de incertidumbre y que sin embargo parece disfrutar a menudo con ella, cerrándose a toda propuesta de verdad, la Iglesia quiere ofrecer a los jóvenes la firmeza de la fe que el Señor hace posible”.

Por eso, añadió, “el Papa se dirige a los jóvenes y les dice: Es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros”.

“El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y conformismo con las modas del momento”, añadió, citando el mensaje del Papa para la JMJ.

Cambio generacional

Los jóvenes de hoy – de comienzos del siglo XXI – “ya no son exactamente aquellos de hace veinticinco años que respondieron a las primeras convocatorias del Juan Pablo II”, reconoció el purpurado.

“Aquellos, que se calificaban a sí mismos como 'los jóvenes del 2000', habían tenido ya tiempo de experimentar la decepción de las utopías fermentadas veinte años antes en el 'mayo del 68', y miraban hacia el cambio de milenio como cifra de la deseada realización de ideales más verdaderos”.

En aquella época, recordó el cardenal Rouco, “la caída del muro de Berlín, en 1989, fue el símbolo de todo un proceso de derrumbamiento de las viejas utopías revolucionarias del pasado siglo”.

“Las nuevas generaciones que se habían beneficiado del modo de vida cada vez más holgado que se hizo posible en las democracias surgidas de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, habían establecido una paradójica complicidad con los ideales igualitarios de impronta totalitaria que se imponían al otro lado del telón de acero. Tal complicidad no podía sostenerse por más tiempo”.

“Fue en ese marco espiritual donde resultó tan apropiado el lema de la IV Jornada Mundial de 1989, celebrada en Santiago de Compostela, pocas semanas antes de los acontecimientos históricos a los que nos acabamos de referir”, recordó el cardenal Rouco, que fue entonces el anfitrión también, en la archidiócesis de Santiago, de aquella Jornada.

También fue el momento, añadió, “en el que la renovación conciliar daba sus frutos. Los nuevos impulsos para una nueva evangelización se notaban por doquier y en los ambientes más diversos: entre los sacerdotes, los religiosos y en el mundo seglar”.

“No era, pues, extraño que se percibiese entre los jóvenes de la Iglesia como una nueva nostalgia de Dios y un anhelo escondido de encontrarse de nuevo con Jesucristo: con su verdad y con su amor”.

En ese momento, Juan Pablo II, “captando lo que estaba pasando, impulsa las Jornadas Mundiales de la Juventud e invita a toda la Iglesia a abrir un nuevo capítulo de la pastoral juvenil en el surco espiritual y evangelizador abierto por el Concilio Vaticano II”.

Frente a ellos, “los jóvenes del 2011 han tenido también ya tiempo de experimentar el alcance real de las posteriores utopías de la libertad y están a la búsqueda de una libertad verdadera, sólida, que permita construir la casa de la vida”.

Ahora, explicó el purpurado, “el ideal humano de la libertad reconquistada - bien antiguo y bien nuevo en las particulares expresiones de la moderna cultura de la libertad - ha sido propuesto y explorado por mil caminos en los dos últimos decenios”.

Entre esos caminos “adquiere un puesto relevante el del mundo de la cibernética, cuyo desarrollo y popularización ha llegado a crear una nueva situación de intercomunicación globalizada de la que los jóvenes son actores principales”, como lo demuestran “los acontecimientos de las últimas semanas y de ahora mismo en el mundo árabe”.

La red, subrayó, “se ha convertido en un instrumento poderosísimo de información y de comunicación; pero también de propagación de fórmulas de vida de todo tipo, sin excluir las menos acordes con la dignidad humana”.

Por ello, “los jóvenes se encuentran particularmente expuestos a la influencia desorientadora del relativismo, es decir, de una actitud guiada por la indiferencia ante el bien, por el “todo vale” y por la preterición de los bienes verdaderos”.

Además, ante la actual crisis económica, socio-política, cultural y ética “no es extraño que muchos jóvenes, duramente afectados por tal crisis, sientan sus vidas inmersas en la mayor de las incertidumbres”.

Ante esta nueva situación no hay que “abandonar el planteamiento pastoral y evangelizador que ha caracterizado las Jornadas Mundiales de la Juventud”, sino al contrario, “consolidarlo y vivificarlo espiritualmente”.

“No debe quedarnos ninguna duda al respecto: uno de los empeños misioneros más importantes de la Iglesia de comienzos del siglo XXI ha de ser una porfiada evangelización de los jóvenes que les posibilite y facilite vivir enraizados y edificados en Cristo, con una inquebrantable firmeza de fe”, afirmó.

Familia y amor

Por último, aludió a dos temas “de vital importancia para la juventud de hoy”, que serán tratados en esta Plenaria: “la necesaria colaboración entre la familia, la parroquia y la escuela en orden a la educación en la fe de niños y jóvenes; y la cuestión de la verdad del amor humano, como elemento clave de la maduración de los jóvenes como personas”.

Para el cardenal, está cada vez más claro que “el futuro de las nuevas generaciones depende decisivamente de las familias cristianas”.

“Al mismo tiempo, la experiencia pone también de manifiesto que la misión de la escuela resulta seriamente entorpecida y aun imposibilitada cuando no cuenta con la colaboración de los padres y de una vida familiar acorde con la ley natural y divina”.

El Estado, subrayó, “no puede sustituir, ni siquiera suplir, el papel propio de esas dos instituciones básicas para el desarrollo de la persona”.

Por ello, afirmó la necesidad de una sinergia de familia, escuela y parroquia, pues de ella “depende en buena medida el fruto de la acción evangelizadora de la Iglesia en beneficio de los más jóvenes y, en definitiva, de toda la sociedad”.

Respecto a la cuestión del amor humano, anunció que en esta Plenaria se estudiará un borrador preparado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida sobre este tema.

El desconocimiento de la verdad del amor, afirmó, “está causando mucho sufrimiento y rompiendo muchas vidas”.

“La Iglesia: nuestras familias, escuelas y parroquias, con el aliento muy especial de los Pastores, ha de ayudar a los jóvenes a evitar la ignorancia de una verdad tan decisiva para sus vidas y a paliar la influencia negativa de un ambiente marcado por tantas fuerzas y corrientes desorientadoras”.

“La reducción emotivista e individualista del amor, dominante en la cultura pública actual, ha conducido a una situación crítica que dificulta mucho la educación para el amor y para el matrimonio”, subrayó.

Por ello, concluyó. “anunciar el Evangelio del matrimonio y de la familia es, sin duda, uno de los aspectos más hermosos de la nueva evangelización y de la juventud. Su urgencia, por otro lado, es evidente: nos urge la dolorosa situación aludida, pero nos urge, sobre todo, el amor a Cristo y a los jóvenes”.



 


 

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Mundo


Panamá: la Iglesia llama a la calma ante el conflicto minero
Pide a Gobierno y representantes indígenas que se sienten a dialogar "sin precondiciones"
 

CIUDAD DE PANAMÁ, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org - El Observador).- La Conferencia Episcopal Panameña (CEP) pidió este fin de semana que se establezca un diálogo "sin precondiciones y con transparencia" entre la Coordinadora Indígena que organiza las protestas contra las reformas al Código Minero, y el gobierno del Presidente Ricardo Martinelli.

El llamado de la Iglesia católica coincidió con el de varios sectores que pidieron un diálogo y un referéndum para que todo el país opine sobre el futuro del patrimonio minero del país.

La CEP indicó que "le preocupa el conflicto existente entre las comunidades indígenas, amplios sectores de la sociedad civil y las autoridades gubernamentales, que puede llevar a consecuencias impredecibles".

Los obispos de Panamá urgieron a las autoridades a buscar una solución al conflicto minero en las comunidades indígenas de este país, agravado por las protestas de los últimos días.

"La Iglesia católica está convencida de que el medio viable para buscar una solución a este conflicto es establecer una mesa de diálogo, sin precondiciones, con transparencia y con el tiempo necesario", señaló un comunicado emitido por la CEP.

Para los obispos del país centroamericano, en el diálogo "deben participar las comunidades afectadas, especialistas en la materia y una representación de los sectores de la sociedad preocupados por las consecuencias de estas reformas (al Código Minero), para que se analicen serenamente las ventajas y desventajas de la industria minera y se llegue a un consenso sobre lo que es mejor para el bien común del país".

Los conflictos han surgido por la aprobación de la Ley 8 del Código Minero en el que se establece una nueva relación de fuerzas en un ámbito en el que se han desenvuelto, históricamente, comunidades indígenas de Panamá, particularmente los pertenecientes a la etnia Ngäbe Buglé, quienes han cerrado al tráfico la Carretera Panamericana por varios días consecutivos, pues, aseguraron, la Ley que reforma el Código Minero es un atentado contra los recursos naturales de las áreas habitadas por esta etnia.

"Como Pastores del Pueblo de Dios, alentamos a que se hagan todos los esfuerzos oportunos para construir una cultura de paz, mediante un diálogo justo, equitativo, constructivo, en actitud de tolerancia frente a las opiniones diversas, y que se fundamente en la defensa irrenunciable de la dignidad de la persona y del bien común", añadió el texto de los prelados panameños.

Los nativos Ngäbe Buglé se oponen a la explotación de la mina de Cerro Colorado, situado en su comarca, por el riesgo de contaminación de los acuíferos, la deforestación y el temor a ser desplazados de sus tierras; mientras tanto el gobierno afirmó que las reformas lo único que buscan es hacer más competitivo el sextor, subiendo las regalías por extracción de cobre, oro y plata, impidiendo la minería ilegal y subiendo las fianzas de las concesiones por explotación.

El conflicto ya se ha cobrado la primera víctima indígena, que murió en un accidente en la carretera bloqueada. El gobierno del presidente Ricardo Martinelli, objeta que las movilizaciones tienen, detrás de ellas, intereses políticos.

Mientras tanto, los obispos fundamentaron su petición de diálogo y el arzobispo metropolitano de Panamá, monseñor Juan Domingo Ulloa, precisó que, si es necesario, la Iglesia podría mediar en este conflicto.

Previamente, los ngöbes habían solicitado la mediación de la CEP y que ésta buscara el que se apruebe una ley que prohíba la minería en la comarca Ngöbe Buglé, recalcando su demanda de derogación de las reformas aprobadas recientemente.

Mientras, portavoces de la presidencia de Panamá aseguraron que el Gobierno analizará el ofrecimiento de la Iglesia, mas no adelantaron cuándo se decidiría al respecto.


 

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Nicaragua: La Iglesia critica duramente la candidatura de Ortega a la reelección
El obispo auxiliar de Managua denuncia la corrupción política
 

MANAGUA, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- El obispo auxiliar de Managua Silvio José Báez, lamentó este domingo que “lo ilegal se quiera revestir de legalidad”, en alusión a la aprobación por el IV Congreso sandinista de la candidatura de Daniel Ortega a la presidencia de Nicaragua para un nuevo mandato.

Daniel Ortega, que fue designado este sábado como candidato presidencial, pretende ser reelegido en noviembre próximo, algo que viola la Constitución de la República en su artículo 147, según informan hoy los diarios nicaragüenses "La Prensa" y "El Nuevo Diario".

“No es mi opinión personal, sino de la Conferencia Episcopal, que no se debe utilizar la ley para hacer pasar por legal algo que es ilegal”, manifestó monseñor Báez, y recordó que desde hace varios meses Ortega ha mostrado su pretensión de ser reelegido, utilizando una "pseudosentencia" hecha por magistrados judiciales orteguistas, en la que declaran inaplicable para Ortega el artículo constitucional 147.

“El Estado de Derecho está hecho pedazos, hecho añicos”, afirmó el obispo auxiliar de Managua, quien también lamentó que los nicaragüenses no hayan sido capaces, hasta el momento, de evitar la inconstitucional candidatura de Ortega.

Monseñor Báez recordó que el año pasado, en abril y noviembre, la Iglesia católica exhortó a que no se utilizara la ley para maquillar actos ilegales, y que se respetara la Constitución, que claramente prohíbe la reelección.

Citando uno de los documentos emitidos por los obispos, aseguró que la “Conferencia Episcopal dijo que una democracia sin valores está lista para convertirse en un totalitarismo visible o encubierto”.

En el mensaje de noviembre del año pasado, “decíamos que, lamentablemente, la situación se ha agravado. Vemos la ley en manos de un grupo que la utiliza para imponer sus caprichos, vemos el Estado de Derecho del país hecho pedazos, estamos viendo el Estado de Nicaragua como si fuera una empresa al servicio de un grupo, de una familia y de unos pocos”, subrayó.

“Lo triste es que pareciera que en Nicaragua los obispos tenemos el papel de la oposición. No es que seamos opositores al gobierno, la Conferencia Episcopal lo que hace es ofrecer luz desde la verdad y la justicia que vienen del Evangelio y la sabiduría de la Iglesia en su magisterio social, para ayudarle a la razón política a que vaya más allá de lo que entenebrecida por el pecado y las ambiciones ya no puede”, añadió monseñor Báez.

Aclaró que la Iglesia no está de parte de ningún grupo de poder, ni de ninguna ideología. “Hemos querido los obispos con nuestras palabras, simplemente, prestar un servicio de la crítica evangélica, de la denuncia sana, porque la política en Nicaragua hay que sanearla, es una política que está privada de valores de ética y moral”, aseguró.

Con respecto a los actos de corrupción en el Consejo Supremo Electoral, CSE, el obispo, durante su homilía, explicó cómo el dinero y la riqueza “pueden llevar a esclavizar el corazón de una persona, a tal modo que la ambición, el egoísmo, el deseo de acumular dinero desmesuradamente le llevan a cometer actos inmorales, ilícitos, y actos de una corrupción de tal grado como la que estamos ahora descubriendo en una institución del Estado”.

En el fondo, “esto es la esclavitud del corazón al Dios dinero, cuando a este falso Dios se le sirve por encima de todas las cosas, la inmoralidad, el robo, la corrupción”, dijo Báez, quien retomó unas declaraciones del arzobispo de Managua Leopoldo Brenes, quien dijo que es una obligación moral de la Contraloría General de la República pedir cuentas a los señalados como corruptos.

Dijo que todo lo denunciado en el CSE, tiene que quedar claro. “Tienen que rendir cuentas los responsables y las instituciones del Estado que son encargadas de velar por los bienes de la nación, tienen que llevar a cabo una investigación a fondo”, señaló.

El problema, indicó Báez, es que las leyes del país son controladas por un grupo de personas que carecen de valores y principios, y que por poder y dinero son capaces de cualquier acto de corrupción. “Una democracia sin valores está lista para convertirse en un totalitarismo visible o encubierto”, dijo monseñor Báez. “El Estado está al servicio de una familia”, remachó.

El prelado añadió que con todos los problemas políticos, los nicaragüenses se han olvidado de lo fundamental, del problema social, que son los pobres. “Hay muchos desocupados, los nicaragüenses no reciben la atención necesaria, muchos no tienen acceso a la educación, por más que se diga, este es el segundo país más pobre de Latinoamérica”, señaló monseñor Báez.

 

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India: una escuela católica ha sufrido un ataque en el estado del Karnataka
Segundo ataque en un mes
 

BANGALORE, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Una estructura católica en India se ha convertido de nuevo en objetivo de la violencia fundamentalista.

La escuela de la Divina Providencia de Tilakwadi, en la diócesis de Belgaum, en el estado de Karnataka, fue atacada durante la noche del pasado 22 de febrero por unos vándalos que han destrozado los cristales y han dañado la estructura.

La agresión, como cuenta la agencia vaticanaFides, creó el pánico entre las religiosas Canosianas, que la gestionan, y también entre los estudiantes y los padres, pero no ha habido heridos. La Iglesia local, a la que se alertó enseguida, presentó una denuncia ante la policía.

El obispo de Belagum, monseñor Peter Machado, ha expresado su profunda preocupación por lo sucedido, ya que se trata del segundo ataque a una escuela católica en el arco de un mes. El pasado 17 de enero, fueron atacados la escuela y el convento de San José en Camp. 

El vicario general de la diócesis de Belgaum, padre Lucio Mascarenhas, decaró a Fides, que el clero y los fieles están alarmados porque temen que “pueda ser una reacción de los grupos fundamentalistas hindúes, tras la protestas de los cristianos del Karnataka en las últimas semanas”.

“Pero los fieles no se detendrán frente a las injusticias y las mentiras”, subrayó.

La Iglesia local ha organizado, junto a cristianos de otras confesiones, una marcha de protesta pacífica para el día 28 de febrero. Participarán monseñor Machado, obispos de otras comunidades cristianas y miles de fieles y personas de otras religiones.

Los manifestantes quieren rechazar públicamente el Informe del juez B.K. Somasekhara, que niega la responsabilidad de los grupos extremistas hindúes en los actos violentos anticristianos sucedidos en el estado de Karnataka en 2008.

Los cristianos en Karnataka han organizado una protesta en cadena: primero en Mangalore, después en Banagalore, ahora en Belgaum, y en las próximas semanas en otras ciudades del estado, para llamar la atención de las autoridades y de la opinión pública”, indicó el padre Mascarenhas.

os manifestantes, subrayó Fides, presentarán a las autoridades civiles de Belgaum un memorándum que consta de distintos puntos: “la urgencia de garantizar la protección y seguridad a los fieles cristianos; rechazar el Informe de la Comisión Somasekhara; la petición de la cancelación de los procedimientos en los que se ha imputado a más de 330 cristianos (acusados de actos de violencia); la necesidad urgente de confiar la responsabilidad de las investigaciones al 'Central Bureau of Investigation', órgano federal; compensaciones para las víctimas y para las estructuras cristianas destruidas en la ola de violencia del 2008”.

Recientemente, los cristianos hindúes han publicado un nuevo informe, dirigido por el juez Michael Saldanha, que dice la verdad sobre los actos violentos, y que será presentado al Gobierno Federal.

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Flash


Precios para peregrinos españoles a la beatificación de Juan Pablo II
Paquetes especiales de cuatro días desde Madrid
CIUDAD DEL VATICANO, lunes, 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Gracias a un acuerdo con la compañía aérea Alitalia, la Obra Romana para las Peregrinaciones, institución dependiente de la Santa Sede, ha anunciado precios especiales para los peregrinos que vengan a Roma con motivo de la beatificación de Juan Pablo II, el 1 de mayo.

"En particular, Alitalia reservará un buen número de aviones que despegan desde España específicamente para la beatificación", anuncia la institución en un comunicado enviado a ZENIT.

La propuesta que hace la Obra Romana para las Peregrinaciones prevé cuatro días (tres noches), del 29 de abril al 2 de mayo, con un viaje especial desde Madrid (impuestos incluidos), transporte de y para el aeropuerto de Fiumicino (Roma), el "Special JPII Pass" --un pase especial que permite moverse fácilmente en la ciudad--, y alojamiento en Aparthotel (pequeños apartamentos en hotel) o en institutos religiosos.

El costo de la oferta por persona es de 595 euros, mientras que si sólo se quiere aprovechar la reducción del vuelo y el "Special JPII Pass" entonces la oferta es de 335 euros.

Puede recibir información y hacer reservas enviando un mensaje a jp2@orpnet.org

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Documentación


Discurso del Papa al Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales
Con motivo de su Asamblea Plenaria
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI ofreció hoy a los participantes en la Asamblea Plenaria del Consejo Pontificio para las Comunicaciones Sociales, a quienes recibió hoy en audiencia en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.

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Queridos hermanos y hermanas,

estoy contento de acogeros con ocasión de la Plenaria del Dicasterio. Saludo al presidente, monseñor Claudio Maria Celli, a quien agradezco por sus corteses palabras, a los secretarios, los oficiales y a todo el personal.

En el Mensaje para la Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales de este año, invité a reflexionar sobre el hecho de que las nuevas tecnologías no solamente cambian el modo de comunicar, sino que están llevando a cabo una vasta transformación cultural. Se está llevando a cabo una nueva forma de aprender y de pensar, con oportunidades inéditas de establecer relaciones y de construir comunión. Quisiera ahora detenerme en el hecho de que el pensamiento y la relación suceden siempre en la modalidad del lenguaje, entendido naturalmente en sentido general, no sólo verbal. El lenguaje no es un simple revestimiento intercambiable y provisional de conceptos, sino que el contexto viviente y palpitante en el que los pensamientos, las inquietudes y los proyectos de los hombres nacen a la conciencia y son plasmados en gestos, símbolos y palabras. El hombre, por tanto, no solo “usa”, sino que en cierto sentido “habita” el lenguaje. En particular hoy, las que el Concilio Vaticano II definió “maravillosas invenciones técnicas” (Inter mirifica, 1) están transformando el ambiente cultural, y esto requiere una atención específica a los lenguajes que se desarrollan en él. Las nuevas tecnologías “tienen la capacidad de pesar no sólo sobre las formas, sino también sobre los contenidos del pensamiento” (Aetatis novae, 4).

Los nuevos lenguajes que se desarrollan en la comunicación digital determinan, por otro lado, una capacidad más intuitiva y emotiva que analítica, orientan hacia una organización lógica del pensamiento y de la relación con la realidad, privilegian a menudo la imagen y y las conexiones hipertextuales. La tradicional distinción neta entre lenguaje escrito y oral, además, parece esfumarse a favor de una comunicación escrita que toma la forma y la inmediatez de la oralidad. Las dinámicas propias de las “redes participativas”, requieren además que la persona esté implicada en lo que comunica. Cuando las personas se intercambian informaciones, ya están compartiéndose a sí mismas y su visión del mundo: se convierten en “testigos” de lo que da sentido a su existencia. Los riesgos que se corren, ciertamente, están a los ojos de todos: la pérdida de la interioridad, la superficialidad en vivir las relaciones, la huida a la emotividad, el prevalecimiento de la opinión más convincente respecto al deseo de verdad. Y con todo estos son la consecuencia de una incapacidad de vivir con plenitud y de forma auténtica el sentido de las motivaciones. Por eso es urgente la reflexión sobre los lenguajes desarrollados por las nuevas tecnologías. El punto de partida es la misma Revelación, que nos da testimonio de cómo Dios comunicó sus maravillas precisamente en el lenguaje y en la experiencia real de los hombres, “según la cultura propia de cada época” (Gaudium et spes, 58), hasta la manifestación plena de sí del Hijo Encarnado. La fe siempre penetra, enriquece, exalta y vivifica la cultura, y esta, a su vez, se hace vehículo de la fe, a la que ofrece el lenguaje para pensarse y expresarse. Es necesario por tanto hacerse oyentes atentos de los lenguajes de los hombres de nuestro tiempo, para estar atentos a la obra de Dios en el mundo.

En este contexto, es importante el trabajo que lleva a cabo el Consejo Pontificio de las Comunicaciones Sociales de profundizar la “cultura digital”, estimulando y apoyando la reflexión para una mayor conciencia sobre los retos que esperan a la comunidad eclesial y civil. No se trata solamente de expresar el mensaje evangélico en el lenguaje de hoy, sino que hay que tener el valor de pensar de modo más profundo, como ha sucedido en otras épocas, la relación entre la fe, la vida de la Iglesia y los cambios que el hombre está viviendo. Es el compromiso de ayudar a cuantos tienen responsabilidad en la Iglesia a ser capaces de entender, interpretar y hablar el “nuevo lenguaje” de los media en función pastoral (cfr Aetatis novae, 2), en diálogo con el mundo contemporáneo, preguntándose: ¿Qué desafíos plantea a la fe y a la teología el llamado “pensamiento digital”? ¿Qué preguntas y requisitos?

El mundo de la comunicación interesa a todo el universo cultural, social y espiritual de la persona humana. Si los nuevos lenguajes tienen un impacto sobre el modo de pensar y de vivir, este afecta, de alguna forma, también al mundo de la fe, su inteligencia y su expresión. La teología, según una definición clásica, es inteligencia de la fe, y sabemos bien que la inteligencia, entendida como conocimiento reflexivo y crítico, no es extraña a los cambios culturales en acto. La cultura digital plantea nuevos desafíos a nuestra capacidad de hablar y de escuchar un lenguaje simbólico que hable de la trascendencia. Jesús mismo en el anuncio del Reino supo utilizar elementos de la cultura y del ambiente de su tiempo: el rebaño, los campos, el banquete, las semillas etc. Hoy somos llamados a descubrir, también en la cultura digital, símbolos y metáforas significativas para las personas, que puedan ser de ayuda al hablar del Reino de Dios al hombre contemporáneo.

Hay que considerar también que la comunicación en los tiempos de los “nuevos medios de comunicación” comporta una relación cada vea más estrecha y ordinaria entre el hombre y las máquinas, desde los ordenadores a los teléfonos móviles, por citar sólo los más comunes. ¿Cuáles serán los efectos de esta relación constante? Ya el papa Pablo VI, refiriéndose a los primeros proyectos de automatización del análisis lingüístico del texto bíblico, indicaba una pista de reflexión cuando se preguntaba: ¿No es este esfuerzo de infundir en instrumentos mecánicos el reflejo de funciones espirituales, como se ennoblece y eleva a un servicio, que toca lo sagrado? ¿Es el espíritu el que es hecho prisionero de la materia, o no es quizás la materia, ya domada y obligada a seguir leyes del espíritu, la que ofrece al propio espíritu un sublime homenaje?” (Discurso al Centro de Automatización del Aloisianum di Gallarate, 19 junio 1964). Se intuye en estas palabras el vínculo profundo con el espíritu al que la tecnologíaestá llamada por vocación (cfr Enc. Caritas in veritate, 69).

Es precisamente la apelación a los valores espirituales la que permitirá promover una comunicación verdaderamente humana: más allá de todo entusiasmo o escepticismo fácil, sabemos que esta es una respuesta a la llamada impresa en nuestra naturaleza de seres creados a imagen y semejanza de Dios en la comunión. Por esto la comunicación bíblica según la voluntad de Dios está siempre ligada al diálogo y a la responsabilidad, como atestiguan, por ejemplo, las figuras de Abraham, Moisés, Job y los Profetas, y nunca a la seducción lingüística, como es en cambio el caso de la serpiente, o de incomunicabilidad y de violencia, como en el caso de Caín. La contribución de los creyentes entonces podrá ser de ayuda para el propio mundo de los medios de comunicación, abriendo horizontes de sentido y de valor que la cultura digital no es capaz por sí sola de entrever y de representar.

En conclusión, quiero recordar, junto a muchas otras figuras de comunicadores, la del padre Matteo Ricci, protagonista del anuncio del Evangelio en China en la era moderna, del que hemos celebrado el IV centenario de su muerte. En su obra de difusión del mensaje de Cristo consideró siempre a la persona, su contexto cultural y filosófico, sus valores, su lenguaje, cogiendo todo lo positivo que se encontraba en su tradición, y ofreciendo animarlo y elevarlo con la sabiduría y la verdad de Cristo.

Queridos amigos, os doy las gracias por vuestro servicio; lo confío a la protección de la Virgen María y, asegurándoos mi oración, os imparto la Bendición Apostólica.

[Traducción del original italiano por Inma Álvarez

©Libreria Editrice Vaticana]

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Discurso del Papa a los miembros de la Academia Pontificia para la Vida
Con ocasión de su Asamblea General
CIUDAD DEL VATICANO, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Ofrecemos a continuación el discurso que el Papa Benedicto XVI dirigió a los participantes a la XVII Asamblea General de la Academia Pontificia para la Vida, recibiéndolos en Audiencia, el pasado sábado 26, en la Sala Clementina del Palacio Apostólico.



 

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Señores cardenales,

venerados hermanos en el episcopado y en el sacerdocio,

queridos hermanos y hermanas,

os acojo con alegría, con ocasión de la Asamblea anual de la Academia Pontificia para la Vida. Saludo en particular al presidente, monseñor Ignacio Carrasco de Paula, y le agradezco sus corteses palabras. ¡Dirijo mi cordial bienvenida a cada uno de vosotros! En las actividades de estos días habéis afrontado temas de relevante actualidad, que interrogan profundamente a la sociedad contemporánea y la retan a encontrar respuestas que se adecuen al bien de la persona humana. La cuestión del síndrome post-aborto – es decir el grave malestar psíquico experimentado frecuentemente por las mujeres que han recurrido al aborto voluntario – deja oír la voz insoslayable de la conciencia moral y la herida gravísima que ésta sufre cada vez que la acción del hombre traiciona su innata vocación al bien del ser humano, y del que da testimonio. En este reflexión sería útil dirigir también la atención sobre la conciencia, a veces borrosa, de los padres de los niños, que a menudo abandonan a las mujeres embarazadas. La conciencia moral – enseña el Catecismo de la Iglesia católica – es “un juicio de la razón por el que la persona humana reconoce la cualidad moral de un acto concreto que piensa hacer, está haciendo o ha hecho” (nº 1778).

Es, de hecho, deber de la conciencia moral discernir el bien del mal en las diversas situaciones de la existencia, con el fin de que, sobre la base de este juicio, el ser humano pueda libremente orientarse hacia el bien. Muchos quisieran negar la existencia de la conciencia moral en el hombre, reduciendo su voz al resultado de condicionamientos externos o a un fenómeno puramente emotivo, y es importante afirmar que la calidad moral de la acción humana no es un valor extrínseco o bien opcional y no es ni siquiera un prerrogativa de los cristianos o de los creyentes, sino común en todo ser humano. En la conciencia moral Dios habla a cada uno y lo invita a defender la vida humana en todo momento. En este vínculo personal con el Creador está la dignidad profunda de la conciencia moral y la razón de su inviolabilidad.

En la conciencia de todo hombre – inteligencia, emotividad, voluntad – se cumple la propia vocación al bien, de manera que la elección del bien o del mal en las situaciones concretas de la existencia terminan por marcar profundamente a la persona humana en cada expresión de su ser. Todo el hombre, de hecho, queda herido cuando su actuación se desarrolla contrariamente al dictamen de la propia conciencia.

Sin embargo, aún cuando el hombre rechaza la verdad y el bien que el Creador le propone, Dios no le abandona, sino que a través de la voz de la conciencia, continúa buscándole y hablándole, para que reconozca su error y se abra a la Misericordia divina capaz de sanar cualquier herida.

Los médicos, en particular, no pueden dejar de considerar importante el grave deber de defender del engaño a la conciencia de muchas mujeres que piensan encontrar en el aborto la solución a las dificultades familiares, económicas, sociales, o a problemas de salud de sus hijos. Especialmente en esta última situación, la mujer es convencida, a menudo por los mismos médicos, de que el aborto representa no sólo una elección moralmente lícita, sino que además es un acto “terapéutico” necesario para evitar el sufrimiento del niño y de su familia y una carga “injusta” para la sociedad.

Sobre un trasfondo cultural caracterizado por el eclipse del sentido de la vida, en el que se ha atenuado la percepción común de la gravedad moral del aborto y de otras formas de atentar contra la vida humana, se exige a los médicos una especial fortaleza para continuar afirmando que el aborto no resuelve nada, pero que mata al niño, destruye a la mujer y ciega la conciencia del padre del niño, arruinando a menudo, la vida familiar.

Este deber, sin embargo, no afecta sólo a la profesión médica o a los profesionales sanitarios. Es necesario que toda la sociedad defienda el derecho a la vida del concebido y el verdadero bien de la mujer, que nunca, bajo ninguna circunstancia, verá cumplido en la elección del aborto. De la misma manera es necesario – como se ha indicado en vuestros trabajos – proveer de las ayudas necesarias a las mujeres que lamentablemente, ya han recurrido al aborto, y que ahora experimentan todo su drama moral y existencial. Hay múltiples iniciativas, a nivel diocesano o a través de entes individuales de voluntariado, que ofrecen apoyo psicológico y espiritual para una recuperación humana completa. La solidaridad de la comunidad cristiana no puede renunciar a este tipo de corresponsabilidad.

Querría recordar, a este propósito, la invitación dirigida por el Venerable Juan Pablo II a las mujeres que han recurrido al aborto: “La Iglesia sabe cuántos condicionamientos pueden haber influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de una decisión dolorosa e incluso dramática. Probablemente la herida aún no ha cicatrizado en vuestro interior. Es verdad que lo sucedido fue y sigue siendo profundamente injusto. Sin embargo, no os dejéis vencer por el desánimo y no abandonéis la esperanza. Antes bien, comprended lo ocurrido e interpretadlo en su verdad. Si aún no lo habéis hecho, abríos con humildad y confianza al arrepentimiento: el Padre de toda misericordia os espera para ofreceros su perdón y su paz en el sacramento de la Reconciliación. Podéis confiar con esperanza a vuestro hijo a este mismo Padre y a su misericordia. Ayudadas por el consejo y la cercanía de personas amigas y competentes, podréis estar con vuestro doloroso testimonio entre los defensores más elocuentes del derecho de todos a la vida” (Enc. Evangelium vitae, 99).

La conciencia moral de los investigadores y de toda la sociedad está íntimimamente implicada también en el segundo tema de vuestros trabajos: el uso de bancos de cordón umbilical, para fines clínicos y de investigación. La investigación médico-científica es un valor, y por tanto un compromiso, no sólo para los investigadores sino para toda la comunidad civil. El resultado es el deber de promocionar las investigaciones éticamente válidas por parte de las instituciones, y el valor de la solidaridad de los individuos en la participación en investigaciones dirigidas a promover el bien común.

Este valor, y la necesidad de esta solidaridad, se evidencian muy bien en el caso del empleo de las células madre provenientes del cordón umbilical. Se trata de aplicaciones clínicas importantes y de investigaciones prometedoras a nivel científico, pero que para su realización, muchas dependen de la generosidad, en la donación de la sangre del cordón en el momento del parto, por parte de las parturientas. Os invito, por tanto, a todos vosotros a ser promotores de una verdadera y consciente solidaridad humana y cristiana. A este propósito, muchos investigadores médicos con razón miran con perplejidad el creciente florecer de bancos privados de almacenamiento de la sangre del cordón para exclusivo uso autólogo. Tal opción – como demuestran los trabajos de vuestra Asamblea – además de carecer de una real superioridad científica respecto a la donación del cordón, debilita el genuino espíritu de solidaridad que debe animar constantemente la búsqueda de ese bien común al que, en última instancia, tienden la ciencia y la investigación médica.

Queridos hermanos y hermanas, una vez más expreso mi gratitud al presidente y a todos los miembros de la Academia Pontificia para la Vida por el valor científico y ético con el que cumplís con vuestro compromiso al servicio del bien de la persona humana. Mi esperanza es que mantengáis siempre vivo el espíritu de auténtico servicio que hace sensibles a los corazones y a las mentes para reconocer las necesidades de los hombres que son nuestros contemporáneos. A cada uno de vosotros y a vuestros seres queridos, imparto de corazón la Bendición Apostólica.



 

[Traducción del original italiano por Carmen Álvarez

© Copyright 2011 - Libreria Editrice Vaticana]


 

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Discurso del cardenal Rouco ante la próxima JMJ 2011
Durante la inauguración de la Asamblea Plenaria de la CEE
MADRID, lunes 28 de febrero de 2011 (ZENIT.org).- Por su indudable interés, ofrecemos a continuación las palabras que pronunció hoy el cardenal Antonio María Rouco Varela, arzobispo de Madrid y presidente de la Conferencia Episcopal Española, durante el discurso de apertura de la Asamblea Plenaria de la CEE.

* * * * *

Queridos Hermanos Cardenales, Arzobispos y Obispos,

Señor Nuncio,

colaboradores de esta Casa,

señoras y señores:

A todos saludo muy cordialmente al comienzo de esta Asamblea Plenaria, ya la número noventa y siete en la historia de nuestra Conferencia Episcopal, que se va acercando al medio siglo de su existencia. Justo ayer se cumplían los cuarenta y cinco años de la aprobación de los primeros Estatutos, el 27 de febrero de 1966 [1].

Saludo especialmente al señor obispo de Solsona, Mons. D. Xavier Novell Gomá y al señor obispo auxiliar de Sevilla, Mons. D. Santiago Gómez Sierra, que participan en la Asamblea por primera vez. Para ellos, la más cordial bienvenida y enhorabuena. Felicitamos también a Mons. D. Atilano Rodríguez Martínez, a quien el Santo Padre ha elegido como pastor de la diócesis de Sigüenza-Guadalajara, así como a Mons. D. Raúl Berzosa Martínez, elegido para la de Ciudad Rodrigo. Pronto serán ordenados obispos D. Julián Ruiz Martorell, para las sedes de Jaca y de Huesca, y D. Eusebio Hernández Sola, para la de Tarazona. Los felicitamos y encomendamos al Señor.

Encomendamos también al Señor a nuestro hermano Mons. D. Ambrosio Echebarría Arroita, obispo emérito de Barbastro-Monzón, fallecido el día 6 de diciembre con la esperanza de la Resurrección.

I. “Hacia el gran encuentro de Madrid 2011":

Son las palabras con las que Benedicto XVI terminaba su alocución del Angelus del 5 de septiembre del año pasado, en la que hizo una presentación sintética del Mensaje que había dirigido pocos días antes a los jóvenes del mundo con motivo de la XXVI Jornada Mundial de la Juventud: “el gran encuentro de Madrid 2011"[2].

En esta Asamblea - la última antes de la Jornada de Madrid, el próximo mes de agosto - también nosotros, haciéndonos eco del Mensaje pontificio, nos dirigiremos a todos los fieles y, en particular a los jóvenes para invitarles a participar en esa fiesta de la fe que será el encuentro de la juventud del mundo convocada por el Santo Padre.

Queda ya poco tiempo. Es verdad que la preparación de la Jornada está en marcha desde hace prácticamente dos años. La peregrinación de la Cruz y del icono de la Virgen por las diócesis de España está siendo un verdadero acontecimiento de gracia. Pero los meses de los que todavía disponemos antes del verano han de ser un particular tiempo de intensa oración y de disposición espiritual para “el gran encuentro de Madrid 2011". Permítanme algunas reflexiones para este tramo final del camino.

1. Una gran misión para los jóvenes del 2011

La Jornada Mundial de la Juventud es un instrumento providencial al servicio del empeño misionero de la Iglesia en la evangelización de los jóvenes. La clarividencia apostólica de Juan Pablo II, iluminada por su gran amor a Cristo y a los jóvenes, fue el medio del que se valió la Providencia divina para poner en manos de la Iglesia este nuevo procedimiento evangelizador, tan apropiado para las generaciones jóvenes de los últimos decenios del siglo XX y de comienzos del siglo XXI. ¿Qué jóvenes son esos y cuál el secreto de la nueva gran misión dirigida a ellos? [3]

Los jóvenes de hoy - de comienzos del siglo XXI - ya no son exactamente aquellos de hace veinticinco años que respondieron a las primeras convocatorias del Juan Pablo II. Aquellos, que se calificaban a sí mismos como “los jóvenes del 2000", habían tenido ya tiempo de experimentar la decepción de las utopías fermentadas veinte años antes en el “mayo del 68", y miraban hacia el cambio de milenio como cifra de la deseada realización de ideales más verdaderos. Los jóvenes del 2011 han tenido también ya tiempo de experimentar el alcance real de las posteriores utopías de la libertad y están a la búsqueda de una libertad verdadera, sólida, que permita construir la casa de la vida.

La caída del muro de Berlín, en 1989, fue el símbolo de todo un proceso de derrumbamiento de las viejas utopías revolucionarias del pasado siglo. Las nuevas generaciones que se habían beneficiado del modo de vida cada vez más holgado que se hizo posible en las democracias surgidas de las cenizas de la Segunda Guerra Mundial, habían establecido una paradójica complicidad con los ideales igualitarios de impronta totalitaria que se imponían al otro lado del telón de acero. Tal complicidad no podía sostenerse por más tiempo. Una nueva utopía iba a sustituir al viejo ideal revolucionario. Pero los jóvenes se mostraban abiertos a nuevas respuestas verdaderamente capaces de llenar el vacío creado por las experiencias personales y sociales de una vida sin Dios y sin Cristo que les había legado su inmediato pasado.

Fue en ese marco espiritual donde resultó tan apropiado el lema de la IV Jornada Mundial de 1989, celebrada en Santiago de Compostela, pocas semanas antes de los acontecimientos históricos a los que nos acabamos de referir. Jesucristo se mostró ante los jóvenes como Aquel que les buscaba y amaba de verdad, sin engañarles ni pedirles nada a cambio, salvo la respuesta de su amor. ¡Verdaderamente Él era su Señor, su Amigo, su Camino, su Verdad, su Vida!

Era también el momento en el que la renovación conciliar daba sus frutos. Los nuevos impulsos para una nueva evangelización se notaban por doquier y en los ambientes más diversos: entre los sacerdotes, los religiosos y en el mundo seglar. No era, pues, extraño que se percibiese entre los jóvenes de la Iglesia como una nueva nostalgia de Dios y un anhelo escondido de encontrarse de nuevo con Jesucristo: con su verdad y con su amor. El Papa, captando lo que estaba pasando, impulsa las Jornadas Mundiales de la Juventud e invita a toda la Iglesia a abrir un nuevo capítulo de la pastoral juvenil en el surco espiritual y evangelizador abierto por el Concilio Vaticano II. Los frutos no se hicieron esperar.

Entretanto, el ideal humano de la libertad reconquistada - bien antiguo y bien nuevo en las particulares expresiones de la moderna cultura de la libertad - ha sido propuesto y explorado por mil caminos en los dos últimos decenios. Entre esos caminos adquiere un puesto relevante el del mundo de la cibernética, cuyo desarrollo y popularización ha llegado a crear una nueva situación de intercomunicación globalizada de la que los jóvenes son actores principales. Prueba de ello son, por ejemplo, los acontecimientos de las últimas semanas y de ahora mismo en el mundo árabe, propiciados en buena medida por la aludida nueva situación. La red se ha convertido en un instrumento poderosísimo de información y de comunicación; pero también de propagación de fórmulas de vida de todo tipo, sin excluir las menos acordes con la dignidad humana. Así, los jóvenes se encuentran particularmente expuestos a la influencia desorientadora del relativismo, es decir, de una actitud guiada por la indiferencia ante el bien, por el “todo vale” y por la preterición de los bienes verdaderos. Al mismo tiempo, la atracción de las “redes sociales” propicia un estilo de vida “virtual”, vacío - paradójicamente - de encuentros y de relaciones verdaderamente personales.  Si a ello se suma la coyuntura histórica general, dominada por una crisis económica, socio-política, cultural y ética con pocos precedentes, no es extraño que muchos jóvenes, duramente afectados por tal crisis, sientan sus vidas inmersas en la mayor de las incertidumbres.

Naturalmente, la gran cuestión de Dios y la interpelación proveniente de Jesucristo no se libran tampoco de la sospecha sistemática. Todo pasa a formar parte del mundo indiferenciado de “lo virtual” y de lo lejano.

¿Será, pues, necesario, ante la nueva situación en la que se encuentran los jóvenes del 2011, abandonar el planteamiento pastoral y evangelizador que ha caracterizado las Jornadas Mundiales de la Juventud? De ningún modo. Más bien es preciso consolidarlo y vivificarlo espiritualmente. No debe quedarnos ninguna duda al respecto: uno de los empeños misioneros más importantes de la Iglesia de comienzos del siglo XXI ha de ser una porfiada evangelización de los jóvenes que les posibilite y facilite vivir enraizados y edificados en Cristo, con una inquebrantable firmeza de fe. Es el programa que tan luminosamente nos ha propuesto el Papa en su Mensaje con motivo de la próxima Jornada Mundial de Madrid.

2. Una juventud necesitada y deseosa de Jesucristo

A algunos esto les parece una obviedad: centrar la misión juvenil en el anuncio completo de Jesucristo. Ellos buscarían enfoques supuestamente más específicos o más adaptados a las necesidades de los jóvenes. Sin embargo, después de dos mil años de evangelización, la Iglesia se encuentra hoy con que Jesucristo sigue siendo muy poco conocido y muy poco amado. Algunos, en los países de vieja cristiandad, secundando ciertos movimientos de apostasía implícita o explícita, se han alejado de la fe. Otros muchos, en los países de tradición cristiana más nueva o incluso apenas existente, nunca han conocido a Jesucristo ni siquiera de un modo elemental. Todos comparten hoy, en uno u otro grado, la situación de incertidumbre anteriormente descrita. Sin embargo, la Iglesia no tiene otra cosa que ofrecer a los jóvenes y a todos los hombres de hoy sino a Jesucristo. No hay salvación fuera de Él. Y ellos la necesitan con urgencia. Se trata ciertamente de una oferta “a contracorriente”, como señala el Papa en la alocución del Angelus a la que he hecho referencia. Pero, al mismo tiempo, es la propuesta que están esperando, sabiéndolo o no.

Es una oferta a contracorriente porque, en medio de un mundo que sufre de incertidumbre y que sin embargo parece disfrutar a menudo con ella, cerrándose a toda propuesta de verdad, la Iglesia quiere ofrecer a los jóvenes la firmeza de la fe que el Señor hace posible. La ofrece porque sabe - como el Papa explica remitiéndose a su propia experiencia y a la experiencia antropológica general - que los jóvenes no solo están preocupados por lo inmediato o por sus propios intereses coyunturales: “Desear algo más que la cotidianeidad regular de un empleo seguro - escribe Benedicto XVI - y sentir el anhelo de lo que es realmente grande forma parte del ser joven. ¿Se trata solo de un sueño vacío que se desvanece cuando uno se hace adulto? No, el hombre en verdad está creado para lo que es grande, para el infinito.” [4]

Por eso, el Papa se dirige a los jóvenes y les dice: “Es vital tener raíces y bases sólidas. Esto es verdad especialmente hoy, cuando muchos no tienen puntos de referencia estables para construir su vida, sintiéndose así profundamente inseguros. El relativismo que se ha difundido, y para el que todo da lo mismo y no existe ninguna verdad, ni un punto de referencia absoluto, no genera verdadera libertad, sino inestabilidad, desconcierto y conformismo con las modas del momento. Vosotros, jóvenes, tenéis el derecho de recibir de las generaciones que os preceden puntos firmes para hacer vuestras opciones y construir vuestras vidas”. [5]

De ahí que el Papa haya elegido para los jóvenes del 2011 un lema inspirado en la carta de San Pablo a los Colosenses, en el que Jesucristo aparece como Aquel que permite echar raíces, construir sólidamente la casa y vivir de la firmeza de la  fe: “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe (cf. Col 2, 7)”[6]. Sin Jesucristo no hay ni arraigo, ni edificación sólida, ni firmeza en la fe.

El programa de la pastoral juvenil de las Jornadas es una vez más netamente cristológico, centrado en Jesucristo. Así tiene que ser, porque “la fe cristiana no es solo creer en la verdad, sino sobre todo una relación personal con Jesucristo.”[7] Las raíces de la existencia no se echan solo a base de conocimientos, sino ante todo, en el trato con Dios que permite al joven saber de verdad quién es él mismo y cuál es el sentido de su vida. El Papa evoca su propia vocación infantil al sacerdocio y el proceso de reconquista de esa certeza en su época de joven estudiante: todo, basado en la seguridad de que el Señor le quería y que, por eso, le daría la fuerza necesaria para el camino que le proponía. “Escuchándole, estando con Él, llego a ser yo mismo”. Por eso, es vital para el éxito espiritual de la Jornada procurar por todos los medios pastorales a nuestro alcance que la Palabra de Dios y la voz del Señor lleguen directamente al corazón de los jóvenes. ¡Qué importante es que se sientan llamados por el que dio su vida por ellos, por el que les ama como nadie pudo, puede ni podrá amarlos nunca!

Por tanto, porque se trata del encuentro con Cristo, la Jornada ha de ser una gran proclamación y anuncio del “Kerygma” apostólico. Lo cual es tanto más necesario, cuanto que - como les pasaba a los cristianos de Colosas a quienes San Pablo escribía - también hoy son muchos los que consideran que la Cruz de Cristo es una necedad y proponen a los jóvenes sus particulares alternativas filosóficas e incluso supuestamente cristológicas, bajo capa de modernidad y de cientificidad. El Papa advierte de que “muchas de las imágenes que circulan de Jesús, y que se hacen pasar por científicas, le quitan su grandeza y la singularidad de su persona.” [8] Esas imágenes estorban la evangelización, porque impiden el encuentro con el verdadero Jesús, el del “Kerygma” apostólico, que el Papa presenta así: “Creemos firmemente que Jesucristo se entregó en la Cruz para ofrecernos su amor; en su pasión, soportó nuestros sufrimientos y cargó con nuestros pecados; nos consiguió el perdón y nos reconcilió con Dios Padre, abriéndonos el camino de la vida eterna. De este modo, hemos sido liberados de lo que más atenaza nuestra vida: la esclavitud del pecado, y podemos amar a todos, incluso a nuestros enemigos, y compartir este amor con los hermanos más pobres y en dificultad.” [9]

Para el diálogo personal con Jesucristo, en el que se alimenta el conocimiento de su misterio y de nuestra salvación, el Papa propone a los jóvenes en su Mensaje tres caminos: la celebración de los sacramentos, el servicio a los hermanos y el encuentro con la Palabra de Dios escrita.

“Queridos jóvenes - les dice - aprended a ‘ver’, a ‘encontrar’ a Jesús en la Eucaristía, donde está presente y cercano hasta entregarse como alimento para nuestro camino; en el Sacramento de la Penitencia, donde el Señor manifiesta su misericordia ofreciéndonos siempre su perdón. Reconoced y servid a Jesús también en los pobres y enfermos, en los hermanos que están en dificultad y necesitan ayuda. Entablad y cultivad un diálogo personal con Jesucristo, en la fe. Conocedle mediante la lectura de los Evangelios y del Catecismo de la Iglesia Católica.” [10]

Los tres caminos han de estar presentes equilibradamente en toda pastoral juvenil, como lo están en la dinámica de las Jornadas.

3. Una Iglesia particular con especial vocación de misión universal

Las Jornadas Mundiales de la Juventud se han caracterizado también por constituir una gran experiencia de Iglesia. Los jóvenes buscan a Cristo y buscan la compañía en la que pueden encontrarlo, conocerlo mejor y seguirlo con perseverancia. “Cristo quiere afianzaros en la fe por medio de la Iglesia”, les recuerda el Papa a los jóvenes [11]. ¡Qué grande es la responsabilidad de nuestras Iglesias diocesanas, la nuestra como Pastores, la de padres, párrocos, maestros católicos, catequistas, la de todos los bautizados, llamados a ser testigos creíbles del Señor para las nuevas generaciones!

También los mismos jóvenes católicos saben bien que ellos pueden ser los mejores evangelizadores de sus amigos y compañeros. De hecho, una de las virtudes de las Jornadas Mundiales de la Juventud es que, a través de ellas y de los numerosísimos jóvenes de todo el orbe católico que las protagonizan, la Iglesia ha podido mostrarse al mundo y a los jóvenes como un pueblo de anchos horizontes, lleno de vitalidad espiritual, cultural y artística, y de rostro joven. No precisamente en virtud de la mera dinámica de los movimientos de masas ni de las técnicas del espectáculo, sino gracias al aliento del Espíritu que caldea los corazones con sus dones y multiplica todas las capacidades humanas.

La Iglesia particular que ha recibido el encargo de la organización de la Jornada - junto con el Pontificio Consejo para los Laicos - y de la acogida de tantos jóvenes peregrinos quiere dar lo mejor de sí misma para estar a la altura de la responsabilidad asumida. Todas las Iglesias particulares que peregrinan en España se están preparando también con intensidad y entusiasmo para hacer rendir apostólicamente la ocasión que se nos brinda. Es oportuno recordar las palabras con las que, en su viaje a Santiago y Barcelona, el Santo Padre hablaba de la Iglesia en España evocando la vivacidad de su fe tanto en el pasado como en el presente, llegando a decir que “el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió sobre todo gracias a España” [12]. El Papa mencionaba en aquella ocasión a algunos de los grandes santos españoles que no solo contribuyeron de modo destacado a dicho renacimiento, sino que siguen inspirando el camino del futuro: San Ignacio de Loyola, San Francisco Javier, Santa Teresa de Jesús, San Juan de la Cruz, San Juan de Ávila. Todos ellos son patronos de la Jornada Mundial de la Juventud de Madrid, junto con San Isidro Labrador y Santa María de la Cabeza, Santa Rosa de Lima, San Rafael Arnáiz y, Dios mediante, - por diferente y particularísimo título - el Beato Juan Pablo II.

La Iglesia que peregrina en España ha sido y sigue siendo una iglesia con especial vocación de misión universal. La Jornada Mundial de Madrid pone a prueba esta vocación y ofrece una ocasión providencial para responder a ella con generosidad no menor que la de otras iglesias y siguiendo el ejemplo del mismo Benedicto XVI.

Aunque se espera todavía una confirmación definitiva, es ya conocido el programa de los actos que presidirá el Santo Padre: una intensa tarea pastoral que asume con generosidad y entrega admirables. El Papa llegará a Madrid el jueves 18 de agosto y presidirá una liturgia de la Palabra en la plaza de Cibeles, el mismo lugar en el que dos días antes, el día 16, el Arzobispo de Madrid habrá acogido a todos los peregrinos. El viernes, día 19, por la mañana se encontrará en el Monasterio de El Escorial con religiosas jóvenes del mundo y también con jóvenes profesores universitarios; por la tarde, presidirá el Vía Crucis que tendrá lugar en el Paseo de Recoletos. El sábado 20, por la mañana celebrará la Santa Misa para miles de seminaristas en la Catedral de Santa María la Real de la Almudena; al caer la tarde, se dirigirá al aeropuerto de Cuatro Vientos, donde presidirá una gran vigilia eucarística al aire libre. De camino, habrá visitado una institución eclesial donde son atendidas personas discapacitadas: el Instituto San José. Por fin, el día 21, a las nueve y media de la mañana, celebrará en el mismo aeropuerto la solemne Eucaristía dominical con todos los peregrinos. No dejará Madrid la tarde del domingo sin haberse encontrado antes con miles de voluntarios que han puesto sus talentos al servicio de la Jornada.

El Papa confía en la Iglesia que peregrina en España. La Iglesia en España agradece al Sucesor de Pedro su confianza y su incansable dedicación apostólica, a la que desea colaborar cada vez más estrechamente poniendo en ejercicio con responsabilidad y generosidad su tradicional solicitud por todas las iglesias en la unidad y universalidad de la Católica. Así lo haremos, con la ayuda de Dios, en la próxima Jornada Mundial de la Juventud y, ya desde ahora, en este último tramo del camino de preparación para ella.

II. La familia, la escuela y la parroquia, y la verdad del amor humano

Dos temas de vital importancia para la juventud de hoy y de mañana figuran en el orden del día de la presente Asamblea: la necesaria colaboración entre la familia, la parroquia y la escuela en orden a la educación en la fe de niños y jóvenes; y la cuestión de la verdad del amor humano, como elemento clave de la maduración de los jóvenes como personas y, por consiguiente, del bien común de toda la sociedad.

Cada una de las tres instituciones mencionadas - familia, escuela y parroquia - constituye de por sí todo un mundo de complejas relaciones en su interior y hacia sus entornos de cuyas implicaciones no es fácil dar cuenta, menos aún, en nuestro contexto histórico caracterizado por tantos cambios y crisis interactuantes. Esta Asamblea se ha ocupado ya en el pasado de las tres instituciones en diversos momentos y desde diversas perspectivas [13].

Sin embargo, es necesario volver continuamente sobre una temática tan amplia y, al mismo tiempo, de tan determinante actualidad. En concreto, es cada vez más claro que el futuro de las nuevas generaciones depende decisivamente de las familias cristianas. Al mismo tiempo, la experiencia pone también de manifiesto que la misión de la escuela resulta seriamente entorpecida y aun imposibilitada cuando no cuenta con la colaboración de los padres y de una vida familiar acorde con la ley natural y divina. El Estado no puede sustituir, ni siquiera suplir, el papel propio de esas dos instituciones básicas para el desarrollo de la persona. Por su parte, la parroquia, como célula básica de la vida eclesial, en la que el hombre natural se hace cristiano, manteniéndose dentro de su misión específica, ha de ser capaz, sin embargo, de actuar a modo de catalizador de la vida cristiana de la familia y de la escuela.

Es precisamente el modo concreto en el que deba configurarse la sinergia de familia, escuela y parroquia el objeto de nuestra reflexión, apoyados en el documento en el que ha trabajado la Comisión Episcopal de Enseñanza y Catequesis. De dicha sinergia depende en buena medida el fruto de la acción evangelizadora de la Iglesia en beneficio de los más jóvenes y, en definitiva, de toda la sociedad.

Ahora bien, la clave cultural, intelectual y moral para una realización verdadera de lo que son la familia, la escuela y la parroquia se halla, sin duda, en el acierto con el que sea percibida, comprendida y vivida la verdad del amor humano. De ahí la importancia de este otro tema al que me acabo de referir y sobre el que viene a esta Asamblea un borrador preparado por la Subcomisión Episcopal para la Familia y la Defensa de la Vida.

Como ha recordado Benedicto XVI en la primera página de su encíclica Deus caritas est, “el término amor se ha convertido hoy en una de las palabras más utilizadas y también de las que más se abusa, a la cual damos acepciones totalmente diferentes.” [14] Se emplea ese mismo vocablo para significar la entrega permanente y sacrificada de unos padres que alimentan y educan a una familia numerosa en la que los hijos pueden crecer confiados y alegres, bajo la protección de un amor inquebrantable; como se emplea también para referirse al deseo de quien encarga para sí un niño a un laboratorio, predestinado a la orfandad de padre o de madre y a la soledad de hermanos; o también, para aludir a las relaciones esporádicas entre jóvenes inmaduros, a la cohabitación de personas del mismo sexo o, incluso, al comercio de imágenes o de encuentros en determinados locales o en la red. Todo es llamado del mismo modo: amor.

Sin embargo, el amor tiene una realidad propia, una naturaleza que lo define de un modo pertinente: existe una verdad del amor, que es necesario saber reconocer. Si se usa y abusa tanto de esta palabra, es porque alude a una realidad hermosa y esencial para la vida humana que ejerce una gran fascinación. Por eso es empleada de mil modos impropios con la finalidad de hacer pasar por bueno y bello lo que, en realidad, no es más que falso y no conforme con la verdadera humanidad.

Efectivamente, como escribía Juan Pablo II en su primera encíclica, “el hombre no puede vivir sin amor. Él permanece para sí mismo un ser incomprensible, su vida está privada de sentido, si no se le revela el amor, si no se encuentra con el amor, si no lo experimenta y lo hace propio, si no participa en él vivamente.” [15] Puede sorprender que la Iglesia hable de “la revelación del amor”. Porque se ha hecho demasiado común una comprensión de esa realidad humana fundamental que la entiende como un mero sentimiento emocional, un afecto espontáneo, un movimiento placentero del ánimo. Una realidad así, perteneciente más a la vida de los instintos o de lo puramente biológico que al alma espiritual y racional del ser humano, no necesitaría revelación alguna; más que “encontrarla” y “hacerla propia” - como escribe Juan Pablo II - lo que el hombre necesitaría sería simplemente sentirla y gozar de ella sensible y espontáneamente - según se dice.

Sin embargo, es verdad que el amor es encontrado por aquel a quien se le revela para que lo haga propio y participe de él. Porque el amor, antes que una realidad que se tiene como propia, es una realidad que precede a quien no puede vivir sin ella y por eso la desea y la busca. Pero tampoco es una realidad lejana, en búsqueda de la cual hubiera que realizar largos viajes. El amor nos precede y, al mismo tiempo, llama, cercano, a nuestra puerta, es más, se halla desde siempre en lo más interior de nuestro ser.

El amor nos precede porque implica la llamada de otro. El amor nos habita, porque sin una llamada así no podríamos ni siquiera existir. En su sentido más originario, el amor nos ha llamado al ser: el amor es Dios. En cuanto participamos del Amor creador y redentor, nuestro amor es la aceptación del otro: primero de Él, del Creador y Redentor, y, en Él, del otro a quien encontramos a nuestro lado.

Hay un amor específico, que se revela como imagen del Amor originario y creador, un amor que es pro-creador: el amor conyugal. “La revelación del amor conyugal - enseñaba esta Asamblea en 2001 -, en cuanto que implica a toda la persona y su libertad, nos descubre las características que lo especifican como tal: la incondicionalidadcon la que nos llama a aceptar a la otra persona en cuanto única e irrepetible, esto es, en exclusividad. Por ello, es un amor definitivo, no a prueba, porque acepta la persona como es y puede llegar a ser, hoy y siempre, hasta la muerte. Y por ser un amor que implica la corporeidad, es capaz de comunicarse, generando vida:porque no está cerrado en sí mismo.” [16]

La verdad del amor y, en concreto, del amor conyugal no puede ser “creada” ni por el hombre ni por las leyes. Más bien se manifiesta para ser comprendida y libremente aceptada. Cuando es remodelada al gusto de las opiniones o de los sentimientos del momento, privándola de alguna de sus características - que acabo de recordar -, entonces ya no se vive en la verdad, sino en el error y en la ofuscación.

En principio, la razón humana es capaz de reconocer la verdad del amor. Pero para ello debe mostrarse dispuesta a abrirse más allá de sí misma para acoger la razón divina del amor. “Ningún hombre ni ninguna mujer, por sí solos y únicamente con sus fuerzas, pueden dar a sus hijos de manera adecuada el amor y el sentido de la vida. En efecto, para poder decir a alguien: ‘Tu vida es buena, aunque yo no conozca tu futuro’, hace falta una autoridad y una credibilidad superiores a lo que el individuo puede darse por sí solo. El cristiano sabe que esa autoridad es conferida a la familia más amplia, que Dios, a través de su Hijo Jesucristo y del don del Espíritu Santo, ha creado en la historia de los hombres, es decir, a la Iglesia. Reconoce que en ella actúa aquel amor eterno e indestructible que asegura a la vida de cada uno de nosotros un sentido permanente, aunque no conozcamos su futuro.” [17]

El desconocimiento de la verdad del amor está causando mucho sufrimiento y rompiendo muchas vidas. La Iglesia: nuestras familias, escuelas y parroquias, con el aliento muy especial de los Pastores, ha de ayudar a los jóvenes a evitar la ignorancia de una verdad tan decisiva para sus vidas y a paliar la influencia negativa de un ambiente marcado por tantas fuerzas y corrientes desorientadoras. La reflexión que haremos en esta Asamblea tiene esta hermosa finalidad.

La reducción emotivista e individualista del amor, dominante en la cultura pública actual, ha conducido a una situación crítica que dificulta mucho la educación para el amor y para el matrimonio y que caracteriza nuestro vigente derecho matrimonial [18]. El matrimonio en nuestro Código Civil es simplemente “una manifestación señalada” de “la relación de convivencia de pareja, basada en el afecto.” [19] La institución matrimonial reducida así a una convivencia de pareja, sobre la base del afecto, con independencia de la diferencia de sexo de los convivientes, sin relación intrínseca y determinante con las características objetivas del amor conyugal dificulta gravemente la salida de la crisis de la familia con las consecuencias negativas que de tal situación se derivan para el bien común  y para el futuro de las nuevas generaciones.

Anunciar el Evangelio del matrimonio y de la familia es, sin duda, uno de los aspectos más hermosos de la nueva evangelización y de la juventud. Su urgencia, por otro lado, es evidente: nos urge la dolorosa situación aludida, pero nos urge, sobre todo, el amor a Cristo y a los jóvenes.

III. A modo de conclusión

Mientras recorremos el camino de la preparación inmediata del gran encuentro de Madrid 2011, ponemos nuestra mirada en Jesucristo, en quien se ha revelado para todos los hombres la verdad del Amor que Dios es, así como el verdadero sentido de la vocación de todo ser humano ¡del hombre!, llamado a ser por el amor y a vivir en el amor. La Iglesia no puede ocultar la luz de esa verdad, ha de ponerla sobre el candelero para que alumbre a todos los de la casa. La Iglesia es misionera siempre: cuando evangeliza a los jóvenes con nuevo ardor y con los nuevos métodos de las Jornadas Mundiales de la Juventud y cuando lleva la luz del Evangelio a los pueblos que apenas han oído hablar de Jesucristo. En nuestra Asamblea estudiaremos también un nuevo documento que presenta la Comisión Episcopal de Misiones y Cooperación entre las Iglesias. La misión ad gentes es un estímulo saludable para la misión juvenil. Y, a la inversa, una juventud evangelizada y movida por el amor a Cristo, es condición indispensable para el impulso misionero.

Con estos grandes retos en perspectiva, procederemos a la renovación de cargos de la Conferencia Episcopal que nos demandan los Estatutos. Lo haremos en un ambiente de comunión fraterna y de disponibilidad para asumir las tareas que sean necesarias o convenientes para el buen funcionamiento de la Conferencia, de acuerdo con la naturaleza y los objetivos que la doctrina y la disciplina de la Iglesia les ha fijado a las Conferencias Episcopales.

Lo encomendamos todo a la materna intercesión de María Santísima, la Madre del Señor y de la Iglesia. Guiada por su luz, la nave de Pedro sigue surcando los mares de la historia.



 

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1 Cf. Colección Documental Informática. Documentos oficiales de la Conferencia Episcopal Española 1966-2006. Índices y CD-Rom, Editado por Mª Carmen del Valle Sánchez, Edice 2007.

2 Cf. ambos textos pontificios en: Ecclesia nº 3536 (18-IX-2010) 24-28.

3 Retomo aquí algunas ideas de mi intervención del 13 de enero de 2011, en el Real Centro Universitario El Escorial-María Cristina, en el marco del II Encuentro Preparatorio de la JMJ-Madrid 2011, donde se dieron cita, convocados por el Pontificio Consejo para los Laicos, delegados de pastoral juvenil de Conferencias Episcopales, Asociaciones y Movimientos de todo el mundo; publicada, bajo el título de La JMJ-Madrid 2011. Un empeño misionero para la evangelización de los jóvenes del siglo XXI, en la Colección de Cartas Pastorales del Sr. Cardenal-Arzobispo de Madrid, nº 39.

4 Benedicto XVI, “Arraigados y edificados en Cristo, firmes en la fe” (cf. Col 2, 7). Mensaje para la XXVI Jornada Mundial de la Juventud , 1.

5 Ibid.

6 Es una frase sintética en la que se recogen estos versículos: “Mi espíritu está con vosotros - escribe San Pablo -, alegrándome de veros en vuestro puesto, y firmes en vuestra fe en Cristo. Por tanto, ya que habéis aceptado a Cristo Jesús, el Señor, proceded unidos a él, arraigados y edificados en él, afianzados en la fe que os enseñaron, y rebosando de agradecimiento.” (Col 2, 5-7).

7 Benedicto XVI, “Arraigados y cimentados en Cristo...”, 2.

8 Benedicto XVI, “Arraigados y cimentados en Cristo...”, 4.

9 Benedicto XVI, “Arraigados y cimentados en Cristo...”, 3. - El anuncio apostólico no está en contra del acercamiento verdaderamente científico a la figura histórica de Jesús, ni viceversa. El Papa recuerda en el Mensaje que el deseo de mostrar concretamente esa unidad entre historia y fe fue lo que le movió a escribir su libro “Jesús de Nazaret”, cuya segunda parte será presentada en Roma el próximo día 10 de marzo, Dios mediante.

10 Benedicto XVI, “Arraigados y cimentados en Cristo...”, 4. - Para la Jornada de Madrid se ha preparado una “traducción” del Catecismo de la Iglesia Católica al lenguaje de los jóvenes, un libro que lleva el título de Youcat. Catecismo joven de la Iglesia Católica. En el Prefacio escrito para este libro, Benedicto XVI vuelve a invitar a los jóvenes a estudiar el Catecismo diciéndoles: “¡Es mi deseo más ardiente!”

11 Benedicto XVI, “Arraigados y cimentados en Cristo...”, 6.

12 Citado en nuestro discurso inaugural de la última Asamblea Plenaria, en: Boletín Oficial de la Conferencia Episcopal Española 86 (31-XII-2010) 78.

13 A título de ejemplo: La iniciación cristiana. Reflexiones y orientaciones (27-XI-1998); Instr. Past. La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad (27-IV-2001); La escuela católica. Oferta de la Iglesia en España para la educación en el siglo XXI (27-IV-2007).

14 Enc. Deus caritas est, 2.

15 Enc. Redemptor hominis, 10.

16 LXXVI Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instr. Past. La familia, santuario de la vida y esperanza de la sociedad, nº 61.

17 Benedicto XVI, Discurso de apertura de la Asamblea eclesial de la diócesis de Roma (6-XI-2005).

18 Cf. LXXXVIII Asamblea Plenaria de la Conferencia Episcopal Española, Instr. Past. Orientaciones morales ante la situación actual de España, 41.

19 Exposición de motivos I, de la Ley 13/2005 de 1 de Julio por la que se modifica el Código Civil en materia de derecho a contraer matrimonio.


 

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